Siempre escribimos para alguien y que los lectores suelen ser más fieles a los blogs personales que a los comerciales, aunque esto sea una generalización muy matizable. Y me da la impresión (podría incluso arriesgarme a decir que estoy casi seguro) que los lectores modifican la conducta de los escritores y viceversa, una relación basada en una reciprocidad muchas veces no consciente que está extendida en todos los ámbitos. Podríamos decir que la vida es interactiva y que los efectos mariposa no sólo habría que buscarlos al otro lado del mundo sino en nuestros entornos cotidianos.
Se suele afirmar que tenemos la tele y los políticos que nos merecemos, y fuera de controversias éticas, lo cierto es que lo que se programa en la caja tonta es lo que tiene audiencia, y a su vez la audiencia determina lo que se programa. La caja tonta lo es en gran parte porque es interactiva. Pero, lo dicho, es difícil percartarse o ser consciente que son nuestros comportamientos como televidentes y como votantes los responsables de estos efectos, y que a su vez, los programadores y los políticos hacen lo que pueden por reforzar esos comportamientos haciendo lo que se supone se espera de ellos. Es difícil atar cabos y “sentir” que encender mi tele o depositar mi voto sea tan relevante cuando son cientos de miles de teles y de votos los que realmente tienen efecto.
Pero, ¿qué ocurre a un nivel más cotidiano, somos más concientes de la interactividad de nuestras vidas? Pensamos que esa gaviota consentida que volvía al hotel para recoger a tiro fijo su ración de tortilla de patatas fue objeto de una manipulación o de un “programa de reforzamiento continuo”. Pero también hay otra protagonista de la película (en ese caso, del vídeo) cuya conducta también fue producto del comportamiento del pajarito: la tortilla fue la recompensa del bicho, pero a su vez sus visitas fueron el reforzador para la chica que le regalaba las viandas. Si la gaviota fue tenaz en volver a por su tapa diaria, la donante también lo fue en entregársela. Entonces, ¿quién educó, controló o manipuló a quién?
No quiero llevar el discurso al espinoso aunque para mí intrascendente tema de diferenciar entre educación o manipulación. Lo que sí estoy interesado en resaltar tal vez sea una perogrullada psicológica de tercera división, pero creo que merece la pena correr el riesgo: no somos conscientes ni nos educan para serlo, de los efectos que causan nuestra conducta en los demás, y viceversa, y de que cualquier cosa que hacemos (o dejamos de hacer) tiene consecuencias importantes en nuestro entorno vital y profesional. Si eso de cambiar uno mismo tiene alguna utilidad es porque crea influencia en los que nos rodean, que a su vez también cambian y nos hacen cambiar, cerrando asi el círculo.
Este efecto mariposa cotidiano tiene más influencia aún en nuestras vidas porque solemos atribuirlo en su mayor parte al caos o a la suerte. Pero si bien su acción sibilina y continua lo hace imperceptible, su influencia anónima y, por tanto, aparentemente incontrolable se debe sobre todo a que no nos educaron para pensar y reconocer cómo afectamos a los demás y cómo los demás nos cambian, una enseñanza cuyo objetivo no debería ser crear una actitud preventiva sino generar herramientas de mejora.
Seguro que vosotros podréis aterrizar mucho estas reflexiones con ejemplos de situaciones personales propias donde, por una vez, percibísteis que una pequeña diferencia conllevó un gran efecto a corto o medio plazos tanto “en la ida como en la vuelta”: esa relación enquistada que mejora simplemente al sustituir la habitual indiferencia por una sonrisa cordial y directa; atreverse a hablar con ese/a ponente que te interesó y que facilitó mantener un contacto posterior importante en tu vida profesional; dedicar tus mejores 15 minutos de la tarde a tu hijo para escuchar sus dificultades en lugar de escribir el artículo de hoy en tu blog… En fin, estas reflexiones surgieron a raíz de un correíto de Beatriz (incluida esta viñeta más abajo) que agradecí y archivé, y que al final parece que tuvo su efecto. ;-)
Por cierto, el perro dice algo así como: “Mira cómo consigo que Pavlov haga lo que quiero. En cuanto salivo, sonríe y escribe en su libreta.”
La viñeta superior, de El señor enviñetado
Precisamente estoy leyendo “Pequeño tratado de manipulación para gente de bien”, de Joule y Beauvois. Un libro escrito, no tanto para enseñar tácticas de manipulación, como para prevenirte-vacunarte contra ellas. Está plagado de ejemplos, de situaciones en que dependiendo de la manera de pedir, consigues/no consigues el objetivo. Y todo ayuda a ello: gestos, miradas, preámbulos,…
Lo que hacemos a diario está inmerso en un juego de fuerzas poco diáfano, donde el dilema del prisionero toma protagonismo. Podríamos afirmar que las relaciones se acaban traduciendo una matriz de pagos, donde el “yo gan-tu ganas” no es la solución habitualmente buscada. De ahí, que el desequilibrio se entienda como manipulación. La cuestión está en cómo la “manipulación” o la “pérdida/beneficio” percibidos se transmutan si modificamos el horizonte temporal desde el que evaluamos. Me refiero a la capacidad que tenemos de planificar acciones positivas a largo plazo aunque en el corto puedan suponer incluso una cierta pérdida.
Hola Anna,
jejeje, sabía yo que este tipo de análisis causas-efectos suelen llevar al asunto de la manipulación, concepto muy difícil de definir.
¿Se manipula cuando se influye en los demás sin su conocimiento y/o cuando se hace para perjudicarlos y/o simplemente para utilizarlos en beneficio de quien supuestamente manipula? El tema es muy controvertido porque gran parte de la educación y las relaciones laborales pueden entenderse como manipulación si escogemos una definición laxa, no?
A mi me interesa mucho más resaltar el hecho de que nuestras vidas son interactivas, se modifican y cambian en función de los efectos que tienen nuestros actos sobre los demás que a su vez influyen sobre nosotros, sin entrar en valoraciones éticas o sobre el control.
Si quieres que mejoren las cosas a tu alrededor la mejor forma es que tú cambies algo, aunque sea pequeño, que afecte a las personas que hacen que las cosas sean así y eso a su vez revertirá en tu propio comportamiento.
Por poner un ejemplo tonto, si no hay buen ambiente en tu grupo de compañeros y te caen mal, ¿qué pasaría si un día traes unos bombones y los repartes, como un pequeño presente sin motivo especial?
Tal vez este gesto mueva algo las cosas, tal vez no, pero hacer algo diferente conllevará efectos diferentes, aunque sean insignificantes. Por seguir con la historia, tal vez alguien que no te hablaba o del que pensabas que hablaba mal de ti, te sonría y acepte el regalo con cierto agrado. Y eso a su vez haga que tú lo veas con otros ojos y se establezca poco a poco una vía para la colaboración y el entendimiento.
Tal vez alguien defina la “entrega de bombones” como un acto de manipulación, pero el tema que me interesa es ser conscientes que algunos efectos mariposa los podemos crear nosotros fácilmente con mínimos movimientos.
En lugar de pensar que las cosas son como son sin que podamos hacer mucho, pasar a ver la situación como efecto de las cosas que estamos haciendo.
Qué comentario más largo he hecho, no? ;-)
Y, por cierto, si tienes el libro en PDF, porfa, comparte ¡ Y si no, un post sobre él vendría muy bien ;-)
Gracias, amiga ¡
Me ha gustado el post y los comentarios y, además, me gusta mucho leer. ¡Gracias Anna!
No voy a entrar en el tema de la manipulación porqué este no es mi objetivo, muy al contrario… pero como sí que creo en el poder de la sonrisa y que hay personas que quizás la necesiten y a su vez seran las que sonreíran a otros… pues nada: os recomiendo un libro precioso sobre las relaciones personales y el poder de la comunicación: “CONVERSACIONES CON MAX” de Ferran Ramon Cortes.
Carme, apuntada la referencia ¡
Y es cierto que la sonrisa es quizás el mayor generador conocido de efectos mariposa ;-)
No lo tengo en PDF. De hecho, ni siquiera sé si está por la red, pero prometo hacer averiguaciones… Lo del post sobre el libro está hecho: ya sabes que tengo una estantería (“el prestatge”) donde guardo con cariño algunas de mis lecturas desde que tengo blog.
Gracias Carme por la referencia bibliográfica. Sin duda, una de las próximas en caer.
Así que estás montando una blogoteca… Voy para tu blog, a ver qué pillo :-)
Perdonad por hacer comentarios tan tarde a las entradas pero en las zonas rurales no hay mucho internet todavía… y también hay muchas tareas que hacer… me interesan los dos libros que habéis apuntado, lo de la sonrisa fundamental y lo de los bombones un gesto amable pero ambiguo la verdad… con esto de los bombones me ha venido a la cabeza una historia que me contaron sobre una situación parecida:
Había una vez una suegra y una nuera que se llevaban bastante mal, para no variar… recuerdo que además quien me contó la historia me dijo que la nuera no era capaz de acertar con la forma de conectar con ella, al final acababan discutiendo casi siempre… la nuera como estaba muy enamorada de su marido no quería estropear la relación de éste con su madre e intentó todos las buenas maneras posibles, pero seguía habiendo fricciones. Entonces un día fue a ver a la curandera de la comunidad y ésta al escuchar el problema de la nuera le dijo, ese problema tiene solución, sólo tienes que emplear estos polvos, una cucharadita en la sopa de por la noche, utilízalos durante dos semanas, pero has de dar un pequeño masaje a tu suegra después de la cena y no tiene que verte cuando echas los polvos en la sopa… de acuerdo dijo la nuera a la curandera… y siguió puntualmente los dos consejos, cada día que la tocaba hacer la cena echaba una cucharadita de los polvos y después de cenar se sentaba con la suegra en la sala principal para dar el pequeño masaje… con el tiempo la relación fue mejorando y finalmente se llevaron como una madre y una hija… meses después la nuera fue a darle las gracias a la curandera por los consejos, la sorpresa de la nuera aumentó cuando descubrió que los polvos eran una mera excusa y que la relación había mejorado por los masajes y por el cambio de actitud…
Gustavo, gracias por la historia, ya sabes que por aquí son más que bienvenidas ¡
En el caso de los bombones, tienes razón en lo que dices, no se trata de hacer gestos por hacerlos porque algunas cosas pueden ser contraproducentes. Pero cuando todos los puentes parecen estar rotos, los actos amables y considerados, adecuados para cada contexto, pueden y son siempre una alternativas.
Cada uno debe decidir qué tipo de “bombones” pueden ser los mejores para cada situación y cada relación, no? :-)
Me ha gustado especialmente este artículo, igual es porque me recuerdan muchos de esos momentos de interacción, quizá pequeños pero que me cambiaron y estan cambiando muchas cosas. Hace ya meses que lo voy viendo. Escribir en este blog fué una de ellos, y es que hay cosas que traen buenos recuerdos, verdad ponente?:)
Hola No-tan-desorientá,
me alegra que retomes la comentaritis, se echa de menos tu ingenio directo y en directo :-)
Fíjate que yo creo que tal vez valoremos más de la cuenta los efecos de esas interacciones de las que somos conscientes, y mucho menos o nada aquellas que desconocemos, no?
A ver…no te entiendo, aquellas interacciones que desconocemos, precisamente por eso, ¿cómo vamos a saber sus efectos? o ¿cómo van a ser estos más importantes en cualquier caso?..no sí..ya me he vuelto a perder:)
Por supuesto no se pueden prever qué bolas de billar acabaran chocando en la décima carámbola, pero tal vez podamos prestar más atención siquiera a la primera o a la segunda, no?
Además no hace falta que se base en nuestra experiencia, sino en observar lo que pasa en la vida de los demás.
Cuántos somos perritos en muchos contextos y cuántos gaviotillas por cosas que pasaron y que pudimos haber percibido, o que pudieron percibir nuestros padres, educadores, etc. porque YA les pasaron a otros.
Por eso digo que los efectos mariposa cotidianos ocurren todos los días y no son tan difíciles de seguir como pensamos. Eso sí, hay que estar atentos y no tener una filosofía de vida del estilo “lo que tiene que pasar, pasará, y lo que no, no pasará.”
No sé si ahora he explicado mi postura.