Las habilidades sociales son una herramienta para reinventarte profesionalmente, para crecer en tu empresa actual y para encontrar empleo y oportunidades, habilidades que son la base del llamado networking.
Las dos competencias de relación más relevantes tienen que ver con hacer y con aceptar críticas, las cuales se revelan en las conversaciones y en las relaciones cotidianas.
Hay dos tipos de personas, las ‘¿me has entendido?’ y las ‘¿me he explicado?’. ¿Cuál eres tú?
Las habilidades sociales son comportamientos en situaciones sociales
“La diplomacia es el arte de decirle a la gente que se vaya al infierno y que luego te pidan instrucciones sobre cómo llegar”. Winston Churchill
Aprender habilidades sociales se reduce a incorporar nuevas formas de comportarnos cuando estamos con otras personas, tanto para caerles mejor y que nos tengan cariño y consideración, como para evitar que nos tomen el pelo y usurpen nuestros derechos.
Unos desagradan a pesar de su mérito, otros agradan a pesar de sus defectos. La Rochefoucauld
Todos los manuales de psicología que se precien incluyen un capítulo o apartado dedicado a estas conductas gregarias que, una vez detalladas, parecen realmente simples (aunque muy eficaces): saber escuchar y conversar, hacer cumplidos y mostrar aprecio, no quejarse ni criticar demasiado, solicitar favores de forma adecuada y agradecerlos.
Mi compañera @ patri_psicologa propone estas 15 ideas para mejorar nuestras habilidades sociales de critica y para comunicar nuestro desacuerdo o nuestra insatisfacción.

Habilidades sociales. Patricia Ramírez
“Caer bien” no depende de tu personalidad sino de tus habilidades sociales
En fin, esto de las habilidades sociales tiene mucho que ver con caer bien, con incorporar comportamientos sociales adecuados en los momentos y situaciones adecuadas. No sólo importa saber qué hacer, sino también cuándo hacerlo.
El que te habla de los defectos de los demás, con los demás hablará de los tuyos. D.Diderot
Es evidente la importancia y efectos que tiene sobre los ámbitos personales y profesionales la forma en que nos relacionamos. Donde ya no hay tanto consenso, ni por parte de los profesionales ni de las personas que solicitan asesoramiento, es en establecer los límites: hasta dónde debo aprender a mejorar mi comportamiento y actitudes sociales, y hasta dónde debo seguir “siendo yo” (más conocido como hacer lo que me apetece), aunque conlleve algunas consecuencias negativas o me reste oportunidades.
Numerosas citas reflejan esta polémica. Por ejemplo, Kafka recomendó “en tu lucha contra el resto del mundo te aconsejo que te pongas del lado del resto del mundo”, pero Fernando Alonso replicaría realista que “quien quiera tener un amigo en la Fórmula1 que se compre un perro.”
Otras personas como la escritora Carmen Posadas asumen que somos susceptibles a los halagos y a las buenas palabras, así funciona el mundo. Cuando le preguntaron cómo le gustaba que la sedujeran respondió: “como a todo el mundo, diciéndome que soy maravillosa”.
Pero aún siendo consciente de la importancia de esas habilidades, no es fácil estar a la altura. Como diría John Nash, el matemático de mente maravillosa, “pulir mis interacciones para que sean sociales me supone un gran esfuerzo.”
Por último, Alaska creó su conocido himno de la reafirmación personal como un canto contra las convenciones sociales: a quién lo que importa lo que yo diga, a quién lo importa lo que yo haga, yo soy así, nunca cambiaré.
Sé tú mismo, a menos que sea mejor que no lo seas.
“Sé tú mismo”, nos dicen los mensajes positivos y las frases hechas y simplonas de la autoayuda y la psicolabia que no significan nada. Quizás sea más realista y productivo adaptar la frase: Sé tú mismo, a menos que seas gilipollas.

Habilidades sociales: sé tú mismo a menos que seas gilipollas
El objetivo es conseguir ser sociable sin sacrificar tus valores
Independientemente del debate sobre la eficacia y la conveniencia de ser sociable, es imposible soslayar el trasfondo ético que tiene su aplicación en muchos contextos en los que se recomienda ser paciente, agradable, y lisonjero cuando tal vez lo que se requeriría es más fortaleza moral y responsabilidad personal para luchar contra ciertas injusticias y desigualdades cotidianas que tarde o temprano también le pringan a uno, como en el cuento de la jarra de vino.
Menos técnicas y más principios nos hacen caer mal y conducen a perder oportunidades materiales y relacionales, pero no estoy tan seguro de que nos hagan vivir peor a medio plazo.
Pero, ojo, que no estoy predicando para que te conviertas en el adalid frustrado y frustrante de las causas perdidas, en ese Pepito Grillo inesperado e innecesario y, por lo tanto, cargante, o en el desagradable y arisco de turno que hace de su incapacidad social virtud para castigo de los que le rodean en el trabajo y en su casa.
Simplemente digo que aunque las sonrisas forzadas te pueden ayudar a subir un escalón, tal vez en el peldaño anterior estés más a gusto de lo que piensas.
Desde luego, no se trata de acabar como el vecino de Joaquín Sabina, el superclase de su clase (¡que pardillo!), que se pudre en el banquillo, y a sus cuarenta y cinco abriles, matarile, y a la cola del paro por no haber pasado por el aro. ¿O sí?
Cuando eres serio, circunspecto y aburrido, la gente de la clase, salvo para el quehacer que atañe al estudio (trabajos conjuntos, resolución de problemas…), pasa de ti. En los jolgorios te encuentras desplazado e incómodo, hasta que un día descubres que tomándote un par de cervezas te vuelves desinhibido y ocurrente. Tus amigos celebran el cambio: «¡Eres cojonudo!», te dicen. Y tú, por primera vez, te sientes integrado.
A partir de ese día consideras que el alcohol te resulta indispensable para triunfar. En seguida, las dos cervezas son insuficientes para ponerte a tono con el ambiente, por lo cual hay que aumentar la dosis. Tomas cócteles que te saben a gloria: participas en concursos para dirimir quién es el más macho en razón del número de lingotazos y chupitos que aguanta sin desplomarse; y bebes, y bebes. Al final, de soso pero apañado pasas a ser un guiñapo sin salud y sin libertad.
Posiblemente algún experto recomiende al adolescente autor de esta carta enviada al director de El País que afile sus habilidades sociales para adaptarse a su entorno y divertirse con lo que hay.
Pero también espero que algún otro profesional le guíe hacia “la otra” alternativa: ayudarle a reconocer y aceptar que sus amigos actuales son gilipollas; aprender a disfrutar también de placeres y aficiones personales que reduzcan la dependencia social; y hacer gradualmente nuevos amigos en nuevos contextos.
9 de cada 10 críticas constructivas no lo son (@albertomontt): no es lo mismo que te den feedback que “que te den por feedback”.
Ser sociable es más eficaz y más divertido
La cuestión es difícil de dilucidar y cada uno debe tomar sus propias decisiones en función de experiencias anteriores y del contexto actual de que se trate.
Y, ojo, que yo considero que ser más sociable y más social no sólo es deseable sino que además es más divertido, y que deberían legislarse la simpatía y la empatía como obligatorias en la empresa.
Pero a mi entender, independientemente de las habilidades de cada uno, la clave es aprender a diferenciar cuándo adaptarse, y cuando enfrentarse.
Tener activado a todas horas el piloto automático de la “flexibilidad” no debe ser bueno para la salud mental ni para la vida profesional, aunque lo parezca. En fin, que tampoco hay que exagerar porque reírle las gracias al jefe puede ser hasta gracioso, ¿no?
Un empresario invitó a sus trabajadores a una comida de fraternidad. Cuando llegaron los postres se levantó para pronunciar un discurso. Durante el mismo contó un chiste que, al ser oído, provocó grandes carcajadas en todos los trabajadores, menos en uno. El empresario le preguntó, sorprendido por su inesperada seriedad:
—¿Es que a usted no le ha hecho gracia?
—A mí me ha hecho la misma gracia que a todos los demás, contestó el perspicaz empleado, pero es que yo me jubilo mañana.
El camino para mejorar tu vida profesional y personal pasa por hacer más lo que tú quieres hacer y menos lo que otros quieren que hagas. Se llama asertividad. Como lo cuenta la viñeta de @ masilusiones.

Asertividad en una sola frase
Empatía es ponerse en el lugar de otros para entenderles.
Asertividad es no dejar que otros se pongan en nuestro lugar para decidir.
todo muy bien, pero el titanic se undió con musica clasica de fondo
Hola Anónimo,
no sé si he entendido bien el sentido de tu comentario. ¿Te refieres a que lo importante no es la música sino la letra, que las formas (las habilidades sociales) no tienen mucha influencia? Ya nos cuentas ;-)
Lo de “hacer amigos” y “caer bien” o “que te inviten a las fiestas” parece fácil pero…creo que a veces el camino es aprender a base de observación y ensayo-error o tener presente que comportarte de otra forma “más aceptada” por el entorno o/y “aceptable” conlleva un esfuerzo claro. Como siempre, pienso que se trata de tomar decisiones y comprobar el coste-beneficio del cambio! En todo caso, que nadie ha dicho que sea fácil…no?
Existe un problema humano que es de hacer del propio mundo EL MUNDO
Creo que la sociabilidad tiene mucho que ver con la buena educación, más que con países, jerarquías, etc.
Al final se trata de ver cómo se comportan las personas con las que te relacionas y actuar en consecuencia; como un espejo.
No hablo de fingir ni de ser falso ni de decir lo que no pienso. Hablo de modular el mensaje y la forma para asegurar que se entiende y que no ofende.
JM
Entre reconciliarme con el mundo o reconciliarme conmigo misma, yo suelo escoger lo segundo. Aparentemente es más duro, más conflictivo, más incómodo y más doloroso, pero a largo plazo, es la única forma de gustarme y…paradójicamente, de gustar al mundo.
Dicho esto, los límites, coincido con jose miguel, “modular para hacerte entender y no ofender”.
Para José Miguel de Bolivar:
Hola: Lo que vos decís y que es muy razonable, también es un ideal.
Cuantas veces te habrá pasado, como a cualquiera, encontrarte buenos amigos y no de los buenos, por ejemplo en el barrio, o en la escuela.
Creo que es algo normal y como bien decís no tiene nada que ver las jerarquías ni los países ni todo eso.
Acá en Argentina tengo amigos y no tan amigos. Pasa en cualquier lado.
Ahora hablando de la blogosfera, el principal escollo a superar es el de los prejuicios y sobre todo cuando estamos hablando de relaciones laborales o económicas.
Saludos y le agradezco a Yoriento el espacio
Muy buena la historia del empleado y el chiste de su jefe. Como se dice “todo depende del punto de vista de sde que lo miras”, jejeje!!!
SENIOR,
gracias por tu visión intercultural, interesante ¡ También lo que dices creo que tiene mucho sentido: si uno elige adaptarse menos, lo que no necesariamente significa ser desagradable sino simplemente menos social, pierde oportunidades.
Aquí precisamente es donde está el debate, hasta qué punto el desgaste emocional necesario para promocionar profesionalmente merece la pena, aceptar ciertas formas de hacer las cosas y ciertos objetivos con los que no se está en absoluto de acuerdo, bien éticamente bien técnicamente.
Estoy hablando de una especie de Principio de Peter social que podría definirse como “llegar al puesto más alto posible (por méritos sociales y profesionales) donde no sólo no es necesariamente más competente ni está necesariamente más satisfecho.
Insisto, la sociabilidad me parece un conjunto de habilidades que deberíamos aprender a usar por defecto, con piloto automático… Pero esto conlleva también inercias que nos llevan a sitios que tal vez no quisiéramos ir (aunque nos demos cuenta a toro pasado) y a transgredir principios personales y profesionales que desgastan nuestra integridad y nos hacen sufrir.
Considero que adaptarse es algo que no nos queda más remedio que hacer si queremos formar parte de este mundo y especialmente del mundo laboral, el problema lo veo en que esta adaptación nos lleve al punto de dejar de ser nosotros mismos y convertirnos en alguien desconocido….
Desde mi punto de vista esa el la línea o franja que hay que cuidar..
que opináis?
Hola Blanca,
pues sí, a veces la única o mejor forma de conocer las reglas sociales explícitas e implícitas en un determinado contexto es…observar, pero no siempre es fácil descubrirlas. Precisamente las habilidades sociales no incluyen sólo comportamientos ejecutivos sino también evaluativos ¡ :-)
Y respecto a los “esfuerzos necesarios”, pues ahí está la cosa que más me preocupa y sobre la que he centrado el post: cuando adaptarse y cuándo afrontar… Creo que cada vez se habla más de lo primero y menos de lo segundo.
Hola Camilo,
esa actitud se llama ombliguismo, no? :-)
José Miguel y Odilas,
que el mensaje se entienda y no ofenda podría definir las habilidades sociales políticamente correctas, las de manual, no? :-)
El asunto que percibo es que esa sociabilidad está pasando de convertirse de un medio a un fin, parece que el objetivo sencillamente es aprender a no enfrentarse cuando es necesario, y no a utilizar esas habilidades para defender y promover principios relacionados con la igualdad, el trabajo bien hecho, contra los compañeros y jefes desestabilizadores, etc.
Habilidades sociales para mantenerse en el mundo cómo está o para cambiarlo, esa es la cuestión ¡ :-)
¿No piensas que todas las personas, además de la profunda (cada vez menos) formación de contenidos que se imparte en las escuelas, deberíamos recibir también allí formación en habilidades sociales e inteligencia emocional? Máxime cuando está demostrado que la primera sola no sirve (y que incluso te pegan los otros niños si destacas).
Creo que los padres solos no tienen en general bases suficientes para ello; los actuales padres hemos aprendido de lo poco que nos contaron nuestros padres y de los batacazos que nos ha ido dando la vida. Falta un poco de sistemática.
Félix,
supongo que sí, que por definición cualquier desarrollo o mejora en habilidades debe ser positivo, no? Eso sí, habría que empezar a priorizar unas habilidades sobre otras, no todo el monte es orégano ni estamos tan necesitados (fíjate si no lo asertivos que son los adolescentes para exigir derechos), y a acotar términos.
Eso de inteligencia emocional se ha desbordado conceptualmente como cajón de-sastre, aunque tenga indudable éxito comercial.
En mi experiencia he descubierto que depende mucho de como me van las cosas, y los mismo aprecio en los que me rodean.
Yo he sido tanto el borde cínico que soltaba demasiadas veces frases que no hacían favor a nadie, como la persona agradable y social que todos buscaban para contar sus problemas y encontrar paz o una respuesta agradable. La diferencia a menudo es ‘como me iban a MI las cosas’ y mi optimismo con el mundo.
Estos estados de ánimo son normalmente periodos de semanas, o meses incluso (especial atención a los primeros del año, cuando el clima no ayuda a uno a celebrar la vida) donde aprendes a corregir un poco ambas formas de uno mismo, anulando al cínico que en momentos aparece para ‘aguarle’ la fiesta a todos, como protegiendo al ángel y su desbordada energía para repartir arco iris en las tormentas ajenas.
Cuando aparece el primero, me centro en mi mismo, en mejorar como persona, hacer más ejercicio, trabajar más, y superarme en todo dejando de lado lo social. Con algo de tiempo, la propia percepción de mi mismo cambia y con ella la del mundo. Puedo volver al ruedo, al mundo exterior, donde vuelvo a sumar, y no restar.
A veces simplemente no hay dos tipos de personas, sino la misma persona en dos estados de ánimo o momentos de la vida diferentes.
Hola Alfonso,
Me quedo con “la clave es aprender a diferenciar cuándo adaptarse, y cuando enfrentarse”. Menudo proceso de toma de conciencia. Muy personal, como bien señalas.
Yo lo he llamado “Bailar con lo que hay entre el control y la rigidez” pero, ahora que te leo veo que estaba hablando de esto mismo. Y lo digo por que sé que a mi me toca pelear ahora: http://www.filmatu.com/bailar-con-lo-que-hay/
Un saludo desde “Bilbo” y que pases buenas fiestas.
Álvaro
Quería decir bailar entre el control-rigidez o el caos. :)
Gracias, muy interesante el artículo, y tu blog en general. Y como pides contenidos…
Personalmente cada vez estoy más convencido que complicamos las cosas mucho más de lo necesário. Y tratamos de arreglar todo desde fuera, cuando la única opción razonable y alcanzable es la evolucion personal desde el interior.
Comparto tu premisa, “Sé tú mismo… a menos que seas gilipollas”, se puede decir más alto, pero no más claro. El tema es que todos hemos sido programados, al menos en cierta medida para “no ser nosotros mismos”, y ahí surgen muchos, pero que muchos problemas.
Así que mi granito de arena es… aprende a ser tu mejor amigo, y posiblemente tendrás muchos menos conflictos con los demás, pues te mostrarás más pacífico y sincero, más creible, sin esfuerzos ni imposturas.
Aquí lo tenéis más desarrollado: http://tuganasvidaysalud.com/meditacion-autocompasion-tu-eres-tu-mejor-amigo-re-enamorate/
Un abrazo de @abalizar para @yooriento … y todos los demás ;-)
Creo que depende mucho de lo que te de paz en la vida. A mi lo que me da paz y tranquilidad, y por lo tanto más felicidad, no es decir a todo que si para agradar. Si no estoy de acuerdo lo digo, no paso por el aro, porque considero que mis valores y mis principios están por encima de cualquier empleo. Evidentemente esto no es valorado en muchas empresas, es más, es penalizado y criticado… porque puedes llegar a ser “el pepito grillo” que nadie quiere porque te recuerda lo que has sido, en qué te has convertido y todo lo que has perdido por el camino para llegar a dónde te encuentras.
Cada uno elige su camino. Yo he elegido el complicado pero el que más feliz me hace. La elección no es fácil, pero más difícil es “adaptarte” a una sociedad enferma en muchas ocasiones.
Muy bueno este post. Y muy clara la definición de asertividad y empatía.
Gran articulo.
Me encanta el titulo, es buenísimo
Gracias por compartir.