Un ratón entró de noche en una tienda. Olía todas las cosas buenas que había allí dentro: la mantequilla, el queso, el tocino, el chocolate, el pan…Así que se levantó sobre las patas traseras estirando el hocico y soltando un silbido de alegría. Pero, ¿con qué debería empezar primero? Le iba a hincar el diente a un paquete de mantequilla cuando desde algún lado le llegó el aroma riquísimo a tocino y desde otro lado el olor irresistible del queso. A punto de empezar a devorar el queso le invadieron las fragancias del chorizo, y luego las de las zanahorias frescas. Iba a echarle el diente a las naranjas cuando desde algún lado le llegó el aroma de las nueces, y desde otro lado volvió a oler tan rico a mantequilla. El pobre ratón corría de un lado a otro, sabía y no sabía lo que tenía que comer primero. Y de repente se hizo de día. La gente entró en la tienda y echaron de allí al ratón. Y éste les contó después a los otros ratones: “Nunca jamás volveré a esa tienda. ¡Cuando quieres empezar a comer te echan fuera¡”> (Más cuentos en 28 historias para reír, a cuya autora ya conocemos bien por aquí, afiladora incluida).
Hace unas semanas que me comporto como este ratón de ultramarinos, dedico gran parte del tiempo a preparar una gran variedad de posibles artículos sobre temas que me van interesando y retraso la publicación de los que tengo pendientes, como ése del consejo a la futura arquitecta (por cierto, aún estáis a tiempo de opinar). Intoku comentaba que nos cuesta más trabajo comprar un producto cuanta mayor sea la variedad o las alternativas entre las que tengamos que elegir y a eso le llamaba parálisis por análisis, un término del que también se hicieron eco en el Blog Salmón a raíz de un antiguo artículo de Creative Minds donde también se mencionaba a un tal Julen que ya estaba en la blogosfera cuando aún no habíamos nacido. Dicho de otra forma, cuanto más difícil nos pongan una decisión más probable es que la retrasemos o que la abandonemos, en ocasiones por comodidad y otras veces para escapar del estrés, de la ansiedad y del temor al fracaso que nos supone pensar que estamos tomando una mala decisión.
En estas situaciones podemos echar mano de consejos de manual para tomar decisiones rápidas como las que proponen en Dutudú. A mí me parecen especialmente interesantes dos de estas recomendaciones que además están muy relacionadas entre sí: “aprende qué es lo que importa” y “pregúntate qué pasa si no hago nada.” Cuando dejes de tomar esa decisión supuestamente pendiente y veas que realmente no pasa nada, llegarás a la conclusión de que la cosa no era tan importante como pensabas o como te hicieron creer. Y es que a veces es una buena decisión no estar todo el día decidiendo, así podremos concentrarnos en lo que de verdad importa cuando vaya llegando. Está bien desear, sigamos deseando, pongámonos a buscar alternativas, hagamos que lluevan opciones, pero no nos sintamos obligados a elegir continuamemente porque si no nuestros deseos se convertirán en nuestros acreedores. ¿De qué “obligación a decidir” deberías librarte?
La viñeta, de Erlich de nuevo
En general creo que es buena cosa decidir. Pienso que la gente suele pecar más (o pecamos más, por incluirme yo) de no decidir que de lo contrario. La parálisis por el análisis se produce mucho: queremos tener todas las opciones evaluadas para evitar el riesgo y lo que ello nos conlleva a nivel personal. Una de los días que más me gustó del máster que hice hace poco fue cuando nos preguntaron para qué nos pagaba nuestra empresa: para captar clientes, para ser eficientes, para generar negocios, para innovar, para gestionar personas… Muchas de esas fueron las respuestas. -Para tomar decisiones, nos dijeron. Alguien tiene que asumir el riesgo, a pesar de que pueda equivocarse. Con información limitada deben tomarse decisiones que involucran a muchos recursos y a muchas personas. Si la decisión es no hacer nada, que sea valorando lo que puede o no ocurrir, pues si no haces nada, normalmente otro sí lo estará haciendo. Es decir: una decisión de no hacer nada debe ser eso, una decisión, no el resultado de una “indecisión” como le pasó al ratón.
Koldo
Tomar decisiones no siempre se produce en entornos competitivos. Tomar decisiones es algo común en situaciones cooperativas.
Para explicar la toma de decisiones lo general es pensar en hacer una elección. Un proceso racional que explica que al final se realice una conducta dirigida a un objeto y no a otro. Este entorno es competitivo. Una opción frente a otras. Podemos adornarlo con personajes y pensar que unos compiten con otros por la mejor opción, pero es un adorno innecesario.
No pensemos solo en el comportamiento: Qué piensa la persona en este entorno. Cómo se siente. Posiblemente piense: “tengo que decidirme por x o por z” y se sienta un poco tenso por no saber muy bien cual es la mejor opción. Puede que opte por no hacer nada u otra opción diferente. Puede que se quede paralizado en el dilema y su opción sea seguir buscando la opción. Se siente angustiada y presionada.
Pensemos en el entorno que llamo cooperativo. Aquí la persona se encuentra con situaciones que quiere hacer. Todas son opciones elegidas, así que la decisión no es cuál opción tomar. Qué piensa esa persona, quizás “hay muchas cosas por hacer, esto es muy complejo, rico, estimulante…”, quizás se sienta activa, creativa. Cierto que puede ordenar las opciones y tratarlas una a una pero puede hacer no hacer nada. En este último caso disfruta de una sobre-estimulación intelectual, enriquece su mundo y va acumulando “micro aprendizajes” que son oportunidades para desarrollar.
La decisión de secuenciar opciones es frecuente en la segunda situación. Es una decisión competitiva entre el hacer y el no hacer. Mí propuesta en entornos cooperativos es: No hagas nada más con las opciones que has generado pero presta atención a las situaciones en las que se generan, haz lo que puedas por conocer esas situaciones. Luego lo cuentas y quizás las opciones enriquezcan tu relato.
Para entornos competitivos comentar que siempre hay algo que no estas haciendo y que puede que alguien haga lo que tu desconoces. Esto puede ayudarte a decidir sabiendo que siempre tendrás tu mejor opción y que la mejor opción no la tendrá otro si las decisiones son constantes. “Mierda vida de ejecutivo estresado”..
La continuidad es muy importante. Esperamos que detrás de una página haya otra, escrita en la misma lengua, los mismos caracteres, el mismo tamaño … (©Punset) Una decisión, es una parada un punto de discontinuidad, que la publicidad y los usos sociales, la costumbre y la educación, reducen severamente, para que la decisión esté tomada de antemano. No están transformando en robots.
¿seguro que tomamos decisiones?
Yo, creo que no, que repetimos conductas aprendidas, ya que ser constantemente libre, requiere de enormes dosis de esfuerzo y capacidad, voluntad y tesón.
Nos enseñan a comprar, no a pensar que podríamos no necesitar la compra.
¡salud!
Estoy de acuerdo con Félix cuando afirma que decidir es una buena cosa, creo que la toma de decisiones va incluida en ˜el sueldo ™, en ese futuro que es presente y que se despliega a través de las decisiones que tomamos en cada momento.
Y efectivamente, estaría muy bien ser capaz de dirigir todas esas decisiones (pequeñas o grandes) de forma que no nos desviarán de nuestro propósito, aunque en ocasiones hay que imprimirles un punto de coraje, entendido no como ausencia de miedo, sino como la conciencia por la cual merece la pena arriesgarse.
En esta toma de decisiones, muchas veces la clave está en la imaginación. Cuando tienes que decidir entre dos alternativas conflictivas, lo mejor es ser capaz de buscar una tercera.
Dejar de actuar por un exceso de celo, muchas veces implica un carácter (demasiado) perfeccionista o (demasiado) inseguro, y si bien ambos atributos a veces ayudan, lo cierto es lo que ya señalaba Heráclito hace 2.500 años Lo único constante en el universo es el cambio, aunque como bien dice Yoriento, éstos sean casi imperceptibles para los demás.
Por cierto, tiempo sin ‘verte’…
Saludos cordiales.
Si no se toman decisiones otras personas lo harán. Toda decisión trae consecuencias. A veces no se toman decisiones por temor a la equivocación, pero no se puede huir de ellas. Peor que equivocarse es rendirse. Creo que tenemos el poder para elegir, no la obligación de hacerlo.
Koldo
¿Magnificamos la toma de decisiones?.
Lo digo porque pienso que hablamos de algo cotidiano, que a veces sacamos de contexto.
Propongo tomar las decisiones como comportamiento asociado a la sensación de autocontrol: de hacer o no hacer, o mejor, tomar o no tomar.
No tengo tan claro que se pueda no decidir. Otra cosa es lo que cada uno piense que hace.
Acepto costumbre y hábito, acepto simpleza en las tareas y acepto (con reparos) la idea de encefalograma plano. Pero pregunto ¿cuantos de vosotros y vosotras podéis vivir tranquilamente con la conciencia de rutina en el día a día y la noche a noche?.
Decostruyo la decisión en sensación de control. Esa sensación de que tienes control sobre tu entorno y tu propia conducta. Es una magnifica sensación adaptativa. Desde esa sensación, ¿quién de ustedes es capaz de co-construir la toma de decisiones?.
¿Quién es capaz de pensar que podemos vivir un día sin que tomemos decisiones?.
Podemos pensar que las decisiones que se toman desde el empleo más simple son menos decisiones que las que toma el directivo. Podemos tomar la decisión de escalarlas y buscar la forma en que una sea más importante que la otra.
También podemos decidir que ninguna de ellas tiene importancia en la solución de los problemas que nos afectan a nosotros o a otras personas.
Podemos decidir que en ambos casos nuestra decisión es correcta.
¿Es esto un alto en nuestra vida?, ¿es una confirmación de que vivimos?. ¿Si decidimos, otros no decidirán?.
Cuando pensamos que no decidimos, junto a la sensación de parálisis, suele añadirse es la sensación de falta de control. Más que el análisis, la mucha información, los muchos deseos es el punto de control asumido lo que ayudaría a explicar la parálisis.
Dejo de hacer preguntas que al final la decisión puede ser no responderlas. Y así va a ser por parte de muchos lectores del blog antes de leerlas.
Si decides que es mejor otra opción menos competitiva, te propongo no hablar de decisiones y decidir que acciones te hacen sentir cercano a tu idea de lo que quieres ser y hacer día a día..
@FELIX,
tu comentario me parece muy lúcido: “No hacer nada también debe ser resultado de una decisión y no de una indecisión”.
Estando de acuerdo contigo te diré que el artículo intenta incidir también en un aspecto complementario: tal vez no debamos analizar tanto las cosas ni obligarnos a tomar decisiones cuando no es necesario o especialmente valioso, o cuando la consecuencia de elegir entre las opciones presentes va a ser prácticamente arbitraria, sobre todo si ello va a conllevar recursos, tiempo y ansiedad.
Lo decía también en el artículo anterior respecto a la búsqueda de la perfección: la conducta de tomar decisiones, que es valiosa cuando el resultado puede marcar una diferencia, se vuelve compulsiva cuando se aplica de forma generalizada e indiscriminada.
@SENIOR MANAGER,
el famoso binomio urgencia- importancia es una paradoja en sí mismo: si una cosa es urgente pero no importante, ¿por qué dedicarle tiempo antes que a las importantes?
Y si una tarea u objetivo urgente va a convertirse en importante (o grave) si no le prestamos la atención debido, la priorizaremos no porque sea urgente sino porque es importante, no? ;-) Los enigmas del management ¡
En fin, yo creo que un camino razonable para autogestionarse mejor es reducir y simplificar, ¿qué pasaría si dejo de hacer o de decidir sobre esto? Creo que hay que relativizar más y aceptar que las cosas no cambian tanto hagamos lo que hagamos ¡ Con esta visión sólo lo realmente importante será lo que veamos con claridad.
@KOLDO,
bienvenido ¡ He leído atentamente, y más de una vez, tu análisis sobre las decisiones en entornos competitivos versus cooperativos, pero no acabo de cogerle el matiz. Tal vez puedas poner un ejemplo concretito o tal vez algun otro amigo/a de tertulia pueda dar también su opinión clarificadora.
He creído entenderte que las alternativas en un entorno de colaboración o cooperación son siempre “positivas”, algo así como que toca elegir entre una opción buena y entre otra también buena, más o menos, pero buena. Pero en un ámbito de competencia algunas opciones son malas en si mismas y otras son buenas. En fin, debe ser la hora y que mañana es la fiesta de Andalucía, pero estoy espeso ¡ :-)
(Si quieres que tu nick KOLDO aparezca en la cabecera de tus comentarios sólo tienes que incluirlo en el apartado “NOMBRE/URL”. No hace falta que incluyas una URL)
@MPIRIKO,
efectivamente la posibilidad de elección no implica libertad pero creo que porque la probabilidad de cada alternativa ya viene de alguna forma determinada de antemano, por nuestro pasado y por las condiciones presentes en que estas opciones se presentan.
De cualquier forma, el tema de la libertad es un asunto complicado que tiene que ver con la forma de entender la naturaleza del comportamiento humano.
Yo creo que efectivamente la cultura predominante nos motiva y nos educa para consumir, y una perspectiva estoica y menos consumista es minoritaria. Pero si fueramos educados para no consumir tampoco seríamos libres, tal vez tendríamos una vida más equilibrada pero estaríamos igual de mediatizados, no?
@ALICIA
Dices que la toma de decisiones va incluida en ˜el sueldo ™ pero eso la convierte en un fin y no en un medio, por lo que tampoco puedo estar de acuerdo con los expertos del master de Felix.
Una organizacion pretende conseguir unos objetivos y todo lo demás son herramientas y recursos, incluido eso de decidir, que no deja de ser un tipo de comportamiento.
Coincido contigo en que la generación de alternativas es una de las claves para vivir mejor.
Tiene relación con lo que comento sobre no obligarse a decidir si no es necesario, y con habituarse a seguir buscando, seguir conociendo, seguir avanzando sin convertir cada paso en una elección.
Por poner un ejemplo, muchos estudiantes son obligados y se obligan a elegir una opción universitaria prácticamente sin haber tenido más experiencias que una vida de instituto y una vida sin elecciones en casa de los padres. Luego, por inercia y por la presión en contra que supone cambiar de opción, continuan con la decisión inicial aunque no estén convencidos.
En fin, estamos convirtiendo eso de decidir más en un fin en sí mismo en momentos concretos del “ciclo vital” y no en la herramienta que debe ser. Nos obligan a cambiar en momentos y en situaciones determinadas ¡ Hasta Heráclito estaría indignado ;-)
Un saludo cariñoso para ti también :-) Como ves, te hemos guardado el sitio…
RAIZEN,
yo creo que ahí está parte de la ansiedad que conlleva decidir, que se plantea el asunto de forma muy extrema: si no decides es que te has rendido por miedo a equivocarte; y si decides, tienes que apechugar con tu posible error.
Ante tal escenario no es extraño que se genere una cierta neurosis, no?
Como bien decía MPIRYKO, tomar una decisión es una discontinuidad, una parada en la que nos obligamos a hacernos conscientes de nuestro problema, a buscar recursos y alternativas, y a prepararnos para los posibles efectos post-decisión. Es un trabajazo que sólo deberíamos hacer cuando toque.
Por supuesto que siempre estamos tomando pequeñas decisiones inevitable y cotidianamente, pero eso es la continuidad del vivir que no debería suponer mucho esfuerzo.
Pero muchas decisiones a las que nos obligan y a las que nos obligamos son artificiales, son sociales: que si ya has decidido con quien casarte, qué estudiar, si tener hijos o no, si comprarte el piso, si cambiar de trabajo…
Posiblemente sin presión social muchas de estos temas no serían decisiones a tomar en momentos determinados y puntuales y su solución o desenlace se produciría de forma más natural, de forma más “continua”, no?
@KOLDO,
Dices “no tengo tan claro que se pueda no decidir”. Absolutamente de acuerdo, no se puede, siempre se está eligiendo.
El matiz que planteo, que por lo que veo tiene muchas opiniones en contra (eso es bueno ¡ ¡), es que continuamente nos planteamos y nos plantean elecciones cuyo resultado va a ser arbitrario. Muchas veces no podemos estar seguros, aunque así lo pensemos, que una opción va a ser mejor que otra.
¿Es mejor empezar a estudiar una diplomatura porque como he terminado el BUP es lo que toca y ahora debo elegir la carrera en concreto? ¿O podría irme a recorrer el mundo y aprender idiomas y dentro de unos años decidir, o no, con más perspeciva y naturalidad?
Las decisiones importantes no son muchas veces las que nos venden. Estoy de acuerdo en que siempre se decide, pero también tenemos que aprender a tomar metadecisiones: a decidir sobre qué merece la pena decidir en cada momento y a decidir que se puede tener una vida donde las decisiones importantes se pueden reducir al mínimo, que no hace falta vivir con tanta discontinuidad :-)
Explico mejor lo de entorno competitivo-cooperativo.
No se refiere a que en un caso unas decisiones sean mejores que otras, ni buenas ni malas. Tampoco que en el segundo caso todas las decisiones sean buenas.
En cualquier caso todas las decisiones son las mejores que puede hacer la persona que las hace. Y su bondad o maldad, su pertinencia, acierto o error no esta en si mismas sino en el valor que le quien decide o el espectador.
Dicho esto, cambien las palabras “entorno competitivo” por las que mas les sirvan para entender alguna de las siguientes situaciones:
– alguien tiene que elegir entre dos o más opciones.
– hay una opción mejor que otra
Ahora cambien las palabras “entorno cooperativo” por las que mas les sirvan para entender alguna de las siguientes situaciones:
– alguien percibe que tiene mas de una opción y vive con ellas
– las opciones son todas aceptables
Espero que ayude a aclarar los términos. Muy interesante Yoriento la incorporación que haces del escenario en que todas las opciones son inaceptables..
@KOLDO,
aclarado mejor el tema ;-) Es lo que tienen las clasificaciones (competitivo, cooperativo, etc.) que obligan a aclarar las etiquetas usadas.
En la toma de decisiones podrían darse pues estos tres tipos de escenarios:
1) todas las opciones son aceptables;
2) hay unas opciones claramente mejores que otras (o menos malas); 3) todas las opciones son malas o inaceptables
Las estrategias racionales y las motivaciones en cada escenario son muy diferentes. Espero hacer pronto ese artículo pendiente sobre toma de decisiones a ver si continuamos este debate de forma más sistemática, no? :-)
Por lo que respecta a la cantidad de opciones es interesante la investigación que cita Anderson en su archifamoso libro sobre la larga cola. Resumiendo, viene a decir que no se trata tanto de la cantidad en sí de opciones sino de diseñar una experiencia rica de elección. Es decir, que no es tanto que la sensación de “pérdida” tenga que ver con un gran número de opciones sino con la falta de ayuda para que la decisión sea un proceso satisfactorio.
@JULEN,
parece más que razonable lo que aportas: para tomar buenas decisiones (las que mejoran la vida y solucionan problemas) lo relevante es manejar los criterios adecuados, si puedes ser con asesoramientos experto mejor. Muchas opciones generan confusión si no contamos con ellos.
Por poner un ejemplo, hace poco compré un tele plana y las opiniones vertidas en foros especializados sobre estos asuntos me permitieron reducir mucho las alternativas con base en los elementos que realmente me importaban…
No obstante, generar opciones me parece una de las actividades más valiosas en orientación y para la toma de decisiones. Un gran número de alternativas siempre causará un problema inicial, “un desbordamiento mental”, pero también permite tomar más perspectiva sobre la importancia de recolectar información y de priorizar antes de ponerse a elegir ¡
Un persona se encuentra ante dos platos de comida exactamente iguales y situados a la misma distancia. El individuo no sabe por cuál decantarse. Empieza a analizar la situación. Pasa el tiempo y sigue ahí clavado, sin saber que decisión tomar.
La moraleja es tajante:
Mucho análisis mata la voluntad.
Trinterlei S.A Osvaldo Daniel Leiman * Ceo de Trinterlei Argentina S.A