Un científico se trasladaba de viaje en un tren de Madrid a Asturias. En el compartimento se encontraba una segunda persona, un pastor de ovejas que iba a visitar a su abuela enferma. El científico, tras unas horas de viaje, le dice al pastor: “Buen hombre, este viaje se me está haciendo un poco largo y aburrido. ¿Querría usted participar en un juego de apuestas?” “Usted dirá” – le dice el pastor. “Estupendo”, continuó el científico. “El juego tiene estas reglas: yo le hago una pregunta y si usted no la responde me da 10 euros. Luego usted hace lo propio, y si yo no la respondo le doy los correspondientes 10 euros, ¿le parece?”
El pastor reflexionó entonces: “Mire, soy una persona de pueblo y no muy culta y usted se le ve que es una persona inteligente y de ciudad. Estaría en desventaja, no lo veo muy claro.” “Tiene usted toda la razón”, replicó el científico. “Está bien, haremos otra cosa. Yo le hago una pregunta y si usted no la responde me da 10 euros. Luego usted me hace otra pregunta y si yo no la respondo le doy 200 euros. ¿Le parece justo de esta forma?” “Eso está mejor”, dijo el pastor.
Comienza el científico a jugar: “¿Cuál es la combinación química del acero compuesto?” El pastor rápidamente mete la mano en su bolsillo y le entrega los 10 euros. Turno del pastor: “¿Cuál es el animal que camina con tres patas, pero que corre con dos?” Tras unos minutos de larga reflexión, el científico, se saca los 200 euros y se los da al pastor. “Y ahora, dígame, ¿cuál es ese dichoso animalito?” El pastor introduce su mano en el bolsillo y le da otros 10 euros.
Como ya es costumbre en Yoriento ahora viene la inevitable pregunta: ¿alguna moraleja?
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Moraleja: Que la cultura y el conocimiento no tienen que ver con la inteligencia y viceversa. Pueden vivir separados.
Más vale cabeza centrada que muy llena :)
Saludos
Senior y Raizen,
yo relaciono la cosa con “conocer bien las reglas”…
Pues a mí mes suena a aquello de “dame pan y llámame tonto”
Como ya decía Tom Peters, allá por los 80 y aplicado al mundo empresarial, lo importante no es saber todas las respuestas si no saber hacer buenas preguntas… y a tenor del beneficio del pastor, queda claro que es un buen negocio.
Cabría plantearse por qué somos mejores respondiendo preguntas que formulando las preguntas correctas. Tal vez porque desde la escuela y la universidad nos entrenan para contestar preguntas que otros han hecho y, además, con respuestas ya conocidas.
Seguramente deberíamos admitir que no conocemos todas las respuestas, centrarnos en hacer buenas preguntas… y esperar ser sorprendidos. Evitaríamos fijaciones emocionales y planteamientos egocéntricos (como el de éste y otros científicos)
Saludos cordiales.
Nana,
esta es la versión “hazme una pregunta y llámame tonto, pero dame mi dinero”
Hola Alicia,
en este caso más que saber hacer buenas preguntas parece que se trata de NO responderlas “con acierto” ;-)
No sé, eso de hacer preguntas también está un poco sobrevalorado, no?
Los que no hablan siempre resultan más interesantes porque “parece” que están escuchando. Y lo que indagan parecen que saben dónde van con sus preguntas… Expresar o comprender, dos caras de la misma moneda.
Yoriento,
No comparto totalmente tu moraleja sobre conocer bien las reglas. En este caso, el pastor pudo modificarlas, lo que genera una leve diferencia. Si bien es cierto que no hay que negarle la habilidad para hacerlo con acierto, una capacidad que -como queda demostrado en la figura del científico- no todos podríamos ejecutar con éxito. Creo que más bien deberíamos hablar de competencias para transformar las amenazas en oportunidades.
Nana,
posiblemente podría ajustarse a un modelo de amenazas-oportunidades, como dices. Yo lo enfoco también, como he dicho, como una historia que nos revela lo importante que es conocer en profundidad las reglas del juego de que trate y no darlas por sabidas, por muy populares o supuestamente conocidas que sean.
Esta análisis tiene aplicaciones en todas las facetas de la vida profesional y personal para animar a ser prudentes, cuidadosos y exhaustivos para conocer el funcionamiento de las cosas ¡ No te parece? :-)
Lo bueno de las metáforas es que son muyyyy flexibles ¡ ;-)
A mi me recuerda a los miembros de la “vieja guardia” en mi trabajo, que van dando información en pequeñas “píldoras”.
El que conoce las reglas (la información), tiene el poder, la sartén por el mango. Y a no ser que puedas modificar drásticamene las reglas del juego, con mucha astucia, como es el caso de la fábula. Siempre saldrás perdiendo.
Cierto Ekaizen, a veces se pueden modificar las reglas del juego más de lo que pensamos. Nunca está de más alejarse un poco del tablero para tomar más perspectiva… :-)
Todas las preguntas no tienen respuesta.
Los que hacen preguntas a los demás parecen mas inteligentes, sólo parecen. Los que se hacen preguntas a sí mismos, lo son, aunque no lo parezca. Ser y parecer. Estar y aparentar.
¡Salud!
Esadelblog,
sí, muchas preguntas no se hacen con el ánimo de aprender o de obtener respuestas… Hacer buenas preguntas implica que previamente se tienen algunas respuestas. :-)
Mpiryko,
totalmente de acuerdo. Los que callan, y los que preguntan, por este orden, parecen más interesantes.
Pero también afirmar y ofrecer alternativas y respuestas (sin prepotencia) pueden ser formas eficaces y prácticas de avanzar y de animar el debate…
Moraleja no sé, pero certeza sí:
la inteligencia y los estudios no van siempre unidos.