El cambio es el tema más recurrente en la literatura de autoayuda: usted puede cambiar su vida si se lo propone. Innumerables historias, cuentos, anuncios, y recursos en orientación, animan y dirigen hacia la superación y el progreso personal, y la mayoría de las quejas y críticas de las personas se centran en anhelar otra vida y en envidiar la de los demás.
La psicología de los consejos fáciles y de las soluciones rápidas, triunfa sobre otros estilos de afrontar la vida que suponen esfuerzo constante y paciente y una actitud estoica ante las adversidades. El cambio optimista se ha convertido en la metáfora de un mundo mejor. Por el contrario, la actitud de aceptación hacia el hecho de que la vida no es perfecta y que eso no siempre implica necesariamente un problema, es tachada de resignación.
Divorciarte o separarte de la pareja parece ser una solución limpia y directa de los problemas con tu pareja; convertirte en emprendedor y montártelo por tu cuenta es la mejor forma que se te ocurre para evitar los malos rollos con los jefes y tener que trabajar tantas horas “para otros”; y viceversa, encontrar un empleo por cuenta ajena, es una medida eficaz para dejar por fin de ser empresario y quitarte estrés y responsabilidad; tras años fallidos de presentación a oposiciones como licenciado en Derecho, decides dar un giro a tu vida y aceptar ese empleo en la inmobiliaria… ¿Hasta qué punto estos cambios tan drásticos son las mejores alternativas, y hasta qué punto simplemente eran los caminos más fáciles?
Os dejo con 7 ideas radicales sobre el cambio radical. Seguro que vuestros comentarios también lo son.
1. CAMBIAR A LOS DEMÁS
¿Por qué siempre estamos intentando que los demás cambien?
A un discípulo que siempre estaba quejándose del resto de la gente, le dijo el maestro: Si es paz lo que buscas, trata de cambiarte a ti mismo, no a los demás. Es más fácil calzarse unas zapatillas que alfombrar toda la tierra.
Si nuestro trabajo no nos gusta, en lugar de plantearnos nuevas alternativas y formas de enfocar el futuro, seguramente propondremos cambiar a los empresarios, que generan tanto empleo precario y alienante; para disfrutar de una mejor relación, nuestra pareja debería dejar de ser tan desorganizada y planificar mejor sus horarios, ¡que es que no le da tiempo a nada!; y si no soy suficientemente emprendedor para crear mi propia empresa es porque la administración aún no ha reducido la burocracia lo suficiente y encima tarda un mundo en pagar las subvenciones, ¡así no se puede!.
El egoísmo bien entendido, el nuestro, nos lleva a buscar el cambio de los demás, sobre todo porque modificar nuestro propio comportamiento es un engorro. Pero la mala noticia para vagos y criticones, o sea, para casi todos, es que cambiarnos a nosotros mismos es casi lo único que podemos hacer para intentar que las mañanas sean más luminosas. La buena es que cuando uno se pone a darle brillo a su vida, los que están alrededor también lo notan, y como que se contagian un poco.
Si tú cambias, el mundo cambia es mucho más que un posible eslogan de material deportivo o de refrescos de cola.
2. EL CAMBIO COMO EXCUSA.
¿Decimos que vamos a cambiar para dar mejor imagen?
Es bastante habitual que encontrarse en una situación de desempleo no implique necesariamente buscar empleo, sobre todo en aquellos casos en los que se perciben ayudas o no existen importantes problemas económicos, y cuando el interés profesional es bajo (sólo trabajas por la pasta). A pesar de esta inactividad, las personas desempleadas suelen quejarse de su situación laboral y dicen que desearían encontrar empleo, es decir, declaran que anhelan un cambio aunque no se pongan manos a la obra. Parece que en estos casos el mayor problema que sentimos no es el desempleo en sí, sino que nos tachen de parados y subsidiados.
Mostrar en público intención de mejora o de superación no siempre tiene, por tanto, verdadero propósito de cambio. Criticar a los demás, en vez de ponerse uno mismo a caldo como el responsable de sus problemas, no indica necesariamente motivación ni ganas de cambiar las cosas, sino una forma de justificar la propia inactividad e indolencia ante el que dirán.
Y es que el mal rollo que sentimos y que nos impele a aparentar actitud y esfuerzo por mejorar, no proviene siempre de los supuestos problemas que supuestamente sufrimos, como de la opinión que se tenga de nosotros. Esta poderosa influencia suele llamarse “presión social”. El uso y funciones de las quejas y las críticas como autojustificación y como forma de comunicación seguirán siendo objeto de atención en Yoriento.
3. EL CAMBIO COMO VARITA.
¿Si cambio se arreglará todo?
Cuando las cosas parecen no ir bien, intentar “cambiarlo todo” parece la solución mágica e instantánea. Si no me gusta mi jefe, si me he peleado con mi novia, o si el coche chupa mucho, tranquilos, no hay problema: cambio de curro, de churri y de máquina. El cambio está de moda, pero el agua que sabe mal en un vaso seguirá sabiendo mal en otro. Los desajustes que tenías con el mandamás de tu empresa, con tu girlfriend y con tu vehículo a cuatro ruedas, ¿hasta que punto se debían a tu falta de habilidades sociales y a tu rendimiento laboral, a la forma de relacionarte en pareja, o al defectuoso mantenimiento del motor?
El objetivo del cambio es mejorar las cosas, pero los cambios drásticos suelen resultar como inundaciones para la sequia: sólo añaden nuevos problemas. Y es que cambiar las dificultades de envase es rápido, pero analizar su composición y modificarlas adecuadamente suele requerir su tiempo. Una cosa es el cambio gradual y planificado, y otra las huidas hacia delante.
4. EL CAMBIO COMO INTENCIÓN.
¿Decir que vamos a cambiar significa que vamos a cambiar?
Es interesante diferenciar el cambio como mera intención, de aquél que implica modificación y esfuerzo. Imaginarse en otro escenario más favorable tal vez anime para dar un primer paso, pero ahí puede terminar todo. Ponerse manos a la obra, planificar y graduar los avances, ese es el caballo de batalla. No es el qué, sino el cómo. ¿Quién no tiene el anhelo de mejorar algo en su vida? Pero, como en la historia del pianista, aunque nuestra intención es cambiar, generalmente no estamos dispuestos a pagar el precio.
El que querría ser funcionario, no se decide sobre la oposición a preparar, o no le dedica el suficiente esfuerzo; el que querría conocer a más gente, no se apunta a actividades sociales ni mejora su forma de relacionarse; el que querría que sus hijos fuesen más educados e inteligentes, nunca encuentra el tiempo para leer con ellos ni para aprender a ser un mejor padre; el que querría montar su empresa o invertir (algo que se incentiva en los blogs citados), no está dispuesto a arriesgar lo necesario.
El deseo y los propósitos no son suficientes. Para que el cambio comience se necesita además motivación, no sólo ánimo. Si quieres saber si tienes esa motivación, hazte esta pregunta: si cambiara mi vida, ¿realmente estaría mucho mejor, o ahora no estoy tan mal como yo creo?
5. EL CAMBIO COMO PLANIFICACIÓN.
¿La motivación es suficiente para conseguir mejorar?
Para que el cambio llegue a buen puerto, deben definirse los objetivos que se pretenden lograr, y establecer la adecuada planificación para alcanzarlos. Y es que incluso en el caso de que tu vida sea realmente mala y eso te ponga con todas tus fuerzas a intentar mejorar, la motivación tampoco lo es todo: la potencia sin control no sirve de nada.
Si hace años que no ligas y no se te acercan ni para darte un recado, estamos seguros de que tu interés por relacionarte será alto, sin duda, pero eso por sí solo no garantizará el éxito de tus pretensiones. A la vista está. Analizar y mejorar la forma en que te relacionas, seleccionar sitios y formas de ocio más adecuados para tu perfil, y tal vez mejorar tu imagen y tu aspecto físico, podrán ayudarte.
6. ¿CAMBIAR O SEGUIR?
¿Tu vida requiere realmente cambios importantes, o sólo pequeñas mejoras?
Los sueños de cambio son la antítesis de la aceptación de la vida tal cual es. Como en la historia de la herencia, el cambio per se no necesariamente mejora la situación. A veces tomamos otras direcciones seducidos por los cantos de sirena del cambio radical, cuando tal vez hubiera sido más razonable y práctico intentar seguir mejorando dentro de la senda actual. La tentación de salirse del camino se alimenta del sentido de la aventura y de la novedad, pero no ofrece garantías y exige similares o mayores esfuerzos.
Una vez divorciado, es probable que parecidos problemas se reproduzcan en las nuevas relaciones que tengamos; tras crear nuestra empresa, quizás nos demos cuenta que tenemos más presión y más trabajo del que nunca tuvimos como empleados; o al contrario, que tras dejar aparcado nuestro negocio, el trabajo por cuenta ajena nos desmotive mucho más de lo que pensábamos; y aunque no has logrado un empleo público como querías, tal vez no sea la mejor opción abandonar el Derecho: ¿por qué no plantearte la creación de tu propio bufete, reciclarte como asesor, orientador, formador, especializarte en ramas concretas, etc.?
7. EL CAMBIO ES UNA ALTERNATIVA MÁS.
¿Cambiar es obligatorio u otras opciones son posibles?
Por supuesto que un cambio sustancial en la carrera profesional o en la vida afectiva siempre es una alternativa, puede ser una buena opción o, incluso, la única opción en algunas situaciones. Pero es importante recordar que cambiar de escenario siempre es más fácil y tentador que continuar e intentar mejorar día a día gradualmente, con paciencia y planificación. Porque de Guatemala a Guatepeor se suele llegar en vuelos directos, sin escalas. No te das ni cuenta. A veces, que me quede como estoy…
Hola. Yo he estado impartiendo un módulo sobre “gestión del cambio” en un programa de postgrado en la universidad. Mi única clara: experimentarlo. Y lo que se hacía evidente: nuestra cultura, en general, es resistente al cambio. Aquí si alguien se ha movido mucho de trabajo pensamos que no encaja, que no sirve, que le habrán despedido o cosas peores. En cambio, en otras culturas hablaría de su iniciativa.
¿Debo entender por el enlace que consideras que no estoy arriesgando lo necesario para emprender? Ha quedado algo ambiguo.
Hola Julen, estoy de acuerdo en que hay que experimentar en general,es la única forma de comprobar cómo cambian las cosas en nuevos escenarios. Es como ir de viaje a un sitio que en principio no te apetece, pero que te hace volver diferente.
Yo creo que la resistencia que conocemos la ejercemos habitualmente contra los PEQUEÑOS cambios, que son los realmente necesarios.
Por ejemplo, modificar la metodología de orientación a ver qué pasa (los orientadores son, somos, terriblemente predecibles);
relacionarnos de otra forma con nuestra pareja, a ver qué pasa (ser un poco más atentos, cambiar ciertas pequeñas rutinas, tiene efectos importantes);
empezar a planificar montar nuestra empresa despacito, a ver qué pasa, sin urgencias ni exigencias a priori (no hay que dejar el trabajo por cuenta ajena de la noche a la mañana, hay que irse probando).
Este post es una reflexión crítica no contra el cambio gradual, obviamente, sino con liarse la manta a la cabeza cuando las cosas no van bien, con CAMBIARLO TODO, como única forma de solucionar lo pequeño aunque importante. Los cambios radicales sólo tienen sentido en situaciones muy concretas.
Hola Angel,
pues no era esa mi intención, obviamente., sino sencillamente citar a algunas blogs sobre emprendimiento. Lo intentaré modificar para que no sea tan ambiguo… Gracias por el feedback. :-)
Cuando decidimos “cambiar” se supone que hemos valorado y conocemos muy bien aquello que no nos gusta y que decidimos abandonar, pero desconocemos lo que nos espera. Y después del esfuerzo dedicado, casi siempre resultará ser un lugar diferente al que esperábamos llegar, y entonces, agotados, no nos quedará otra: “aceptar”
Pues eso es lo que no me queda tan claro, Emil, que la decisión de cambiar sea siempre producto de la racionalidad y la planificación. Muchas veces se debe a la presión y a que es la unica alternativa, de consecuencias impredecibles. El cambio radical, como digo en el articulo, es demasiadas veces una huida hacia adelante, no crees?
Y esa forma de aceptar que comentas la relaciono más con una resignación a toro pasado, no con una actitud general previa de priorizar en qué vamos a cambiar, y en qué no merece la pena intentarlo, al menos de momento.
Gracias por comentar, esto está interesante ¡ :-)
Las primeras de tus ideas se refieren al eterno debate entre la posición de víctima o de protagonista. Víctima de las circunstancias, de los demás, o protagonista de tu propia vida. Todo el mundo decimos aspirar a ser protagonistas pero la realidad es que, por alguna razón que los psicólogos entenderéis mejor que yo, la mayoría nos amparamos en nuestra posición de víctimas, casi siempre sin darnos cuenta.
Recuerdo un orientador familiar que decía que cuando preguntaba a la persona que qué le pasaba, le contaba cosas que hacía su pareja. El desconcierto era cuando le decía que eso no era interesante, sino que lo que quería saber era qué le pasaba a realmente a el/ella.
Y es que como muy bien vienes a decir en tu cuarta idea, o asumes el papel protagonista y te das cuenta de que lo que pasa a tu alrededor tiene que ver con lo que tú haces o con cómo eres, o después del cambio seguramente todo seguirá igual (serás infeliz porque te seguirán tratando igual de mal o todo se pondrá en tu contra, igual que antes – víctima-). Aunque cambies de trabajo o de pareja.
Pienso que la madurez se alcanza, entre otras cosas, cuando se alcanza esa posición de protagonista. Entonces muchas personas mueren de viejas siendo inmaduras, ¿no crees?
Las 4 primeras super-ideas creo que la mayoría las hemos puesto en práctica, sin éxito, claro está, para luego pasar a la 6 con la consiguiente duda existencial. El recurrente tema de la planificación está muy bien, pero ¿y cuándo el cambio (más que radical) se te anticipa y te pilla por sorpesa, y en 5 minutos tu vida se ha vuelto del revés? ¿qué hacer para no cometer actos que rocen la ilegalidad? ¿alguien tiene alguna idea moralmente aceptable, que no sea “a aguantarse tocan”? sino es así, seguiré cometiendo actos impuros :-)
Buenas…
Esta mañana me he levantado entre curiosa y cotilla, de modo que me he metido en la “net reading” del blog de Intoku, y he dado con tu interesantísimo blog.
He empezado bien el domingo!
Como “sufridora” de un cambio que llevé a cabo en mi vida hace dos años, lo que más rabia me da es que me digan: “Si las cosas no salen como esperabas, no te deprimas”.
Esta gente no ha entendido nada.
Esta gente no ha entendido que el cambio se realiza tras haberlo meditado mucho, con sensatez (dejemos de lado la definición de “sentido común”, por favor),no “porque sí”,o “porque toca”. Y lo más importante: el cambio no implica siempre mejorar; es una apuesta por uno mismo, y como en todas las apuestas, unas veces se gana, y otras se pierde. Pero en cualquier caso, hay que aceptar las consecuencias, las buenas y las malas. Como le dijeron una vez a mi madre en el mercado, cuando exigió llevarse las mejores manzanas: “Señooora, se tiene que llevar de todo!”.
Un saludo.
PD.- ¡Me alegro de que te haya interesado “Ni era tan tonto ni estaba tan loco”!
Felix, gracias por el detallado comentario.
A mi me da la impresión de que nos hacemos las victimas porque nos dejan, nos da resultado. Poner excusas es una de las conductas más frecuentes, casi todo el mundo las acepta. La persona que se justifica, tal vez no se esfuerce y no aprenda mucho, pero va sobreviviendo. Y aunque sea moralmente criticable (de momento, al menos) criticar a los demás para ponerte a salvo, si la cosa funciona, pues se seguirá haciendo, no? :-)
Sobre lo de la madurez, uf, menudo tema. Nos cuesta mucho aprender de los errores, tenemos una mentalidad científica para algunos temas, pero para la vida personal solemos ser supersticiosos y bastante torpes, y nos dejamos llevar por las emociones una y otra vez. No me parece inmaduro cometer los mismos errores o no planificar MINIMAMENTE el futuro, las relaciones, el trabajo..
Si uno ha DECIDIDO que ese es su estilo de vida, pues adelante. Si uno no quiere ser protagonista de su vida, como tu dices, me parece bien, pero lo INMADURO es quejarse luego de las consecuencias. ¡ :-)
Hola Reseteandome,
en realidad creo que ningun cambio “se te anticipa” porque la última palabra la tienes tú.
Cuando algún cambio te pone “del reves”, como tú dices, tal vez signifique que cambias de ciudad, d pareja o de trabajo… Pero esos cambios “circunstanciales” te permitirán conocerte mejor.
No hay nada como cambiar de escenario para empezar a valorar y diferenciar lo importante, lo que uno quiere, de lo accesorio y provisional. No estas de acuerdo? Ya nos contaras cómo va la experiencia ¡ :-)
Buenas…Esta mañana me he levantado entre curiosa y cotilla, de modo que me he metido en la “net reading” del blog de Intoku, y he dado con tu interesantisimo blog. He empezado bien el domingo!Como “sufridora” de un cambio que llevé a cabo en mi vida hace dos años lo que más rabia me da es que me digan: “Si las cosas no salen como esperabas, no te deprimas”. Esta gente no ha entendido nada. Esta gente no ha entendido que el cambio se realiza tras haberlo meditado mucho, con sensatez (dejemos de lado la definición de “sentido común”, por favor),no “porque sí”,o “porque toca”. Y lo más importante: el cambio no implica siempre mejorar; es una apuesta por uno mismo, y como en todas las apuestas, unas veces se gana, y otras se pierde. Pero en
cualquier caso, hay que aceptar las consecuencias, las buenas y las
malas. Como le dijeron una vez a mi madre en el mercado, cuando exigió
llevarse las mejores manzanas: “Señooora, se tiene que llevar de
todo!”.Un saludo.PD.- ¡Me alegro de que te haya interesado “Ni era tan
tonto ni estaba tan loco”!
Hola Mercedes, muy cercano me siento a tu postura sobre el cambio, no como la solución perfecta y sin efectos secundarios, sino como un camino mejor que el que se llevaba. :-)
Me ha gustado la respuesta del frutero. Al “Señora, se tiene que llevar de todo”, podría habar añadido “y si no tendrá que pagarlo”. De todas formas, nunca hay garantía, y aunque estés dispuesto a “pagar el precio”, es mejor que te esperas más de un gusano. Ay, esto de buscar la perfección en vez de algo mejor… :-)
Hace años decidí dar un cambio en mi vida y me convertí en PROTAGONISTA. La decisión fue meditada( hasta cierto punto) pues si lo meditas demasiado puede que el vértigo no te deje dar el paso. Sabia desde un principio que cabía la posibilidad que las cosas salieran mal, y me tocaron varios “gusanos” en las manzanas que me tuve que comer, pero al fin y al cabo no dejan de ser “proteínas”, y hasta te hace más fuerte.
Seguir para adelante, pararte algún rato para tomar fuerzas y digerir bien esos “gusanos”, creo que es un buen método.
Ser PROTAGONISTA no tiene precio :-)
Buenas tardes Félix:
Comparto contigo que hay que reflexionar antes de dar un cambio radical, pero deberías analizar ahora que ocurre cuando los cambios radicales no los eliges tu mismo, sino que te llegan.
Bien porque la compañía para la qu trabajas prescinde de ti (tan común en estos días), bien porque tu pareja te abandona, bien porque tu empresa quiebra…
Quizás puede ser una idea para un nuevo post.
Gracias por tus ideas
Saludos
Claro, Fátima.
Cuando los cambios son impuestos no tenemos nada que decidir. La reflexión es este post se dirija a prevenir de las huidas hacia adelante: “no estoy a gusto con lo que tengo así que en vez de probar microcambios y ver qué pasa, le doy la vuelta a la tortilla”.
Sí, sería un tema interesante analizar cómo enfocar nuestra vida cuando nos sobreviene un cataclismo personal o profesional. A primera tecla me viene la idea de que cuando se ha perdido el statu quo y no hay más que perder o que decidir, puede ser un buen momento para intentar cosas nuevas. Si no estabas a gusto en tu piso pero te han desalojado por falta de pago, puede ser la ocasión para decidir con tranquilidad dónde y cómo quieres vivir.
Perdona Alfonso, la pregunta logicamente iba para ti, me he liado con el comentario de Félix
La vida no deja de sorprenderme. Precisamente hoy he leído en una postal de librería la frase de “la felicidad es una música triste”, y fuera o no una mala traducción de “blues” he estado intuitivamente de acuerdo con lo leído. Luego me he encontrado con este artículo y sus comentarios…
Qué verdad es que, en contra de la propaganda popular, muchas veces lo difícil es quedarse, resistiendo día a día, manteniendo la presencia, luchando en medio de la agonía pequeña y continua en lugar de decidirse por un cambio radical o espantá liberadora y cobarde.
Todos podemos ser héroes una vez en la vida, y es más fácil serlo en situaciones extraordinarias: de una vez y para siempre. Cómo nos llena lo radical, al menos en el afán de protagonismo y reconocimiento social.
Lo difícil, sin embargo, no es eso. Lo difícil es ser un héroe de verdad, es decir, de todos los días, un héroe de lo pequeño, un héroe sin giros de 360 º, sino con aguante y capacidad para esforzarse en redirigir el rumbo un poquito cada día.
Desde mi pequeña o gran tragedia personal lo tengo muy claro: lo difícil es quedarse con algo durísimo entre manos, ahí debe radicar algo parecido al mérito. Porque hasta los dioses prefieren morirse y no enfermar. A Cristo, ejemplo de abnegación, le bastó con tres días. Hay mortales a los que no hay forma de liberar a través del cambio radical ni siquiera después de catorce años de agonía.
No sé si es heroico, sé que es un infierno. Ojalá pudiera yo refugiarme en un cambio drástico, pero es que me parece una huida hacia adelante, y mi sentido de la responsabilidad me empuja a innovar cada día en medio de las peores condiciones, todo con tal de no sucumbir ante la falta de esperanza.
Gracias por tu reflexión personal. Sólo me queda trasladarte ánimo. A veces sí hace falta un cambio radical, y cuando no se puede llevar a cabo, hay que ser radical en la lucha diaria. Un saludo cordial.
Yo he leido todos sus comentarios y el texto en un momento de necesitarlo, mi madre me acaba de decir lo mismo. No dejes que los demas tomen decisiones por ti. El trabajo es mi tema, ahorita mismo volvi a decir (como Pedro y el Lobo) que estaba harta, que cuanto valia mi felicidad, que si esta situacion vale realmente la pena solo por el dinero…Ella me dijo tranquila: Mi hija, estas ahi por una razon, resiste, esta situacion te hará crecer, no es la solución huir nunca lo será. Me sorprende que 15 mins. despues buscando en internet entro y leo esto. Es una señal definitivamente. Yo le respondí a mi madre que Dios me puso aqui es cierto, pero no como un arbol plantado que no se mueve sino con dos piernas para poder moverme. No sé cual es el equilibrio entre estos dos extremos pero fue bueno reflexionar al respecto. Gracias Yoriento.
Gracias a ti por tu aportación, Mabel. En todo caso, cambiar es una opción que siempre estará ahí :)
Me atrevo a sugerir que cambiar es la única opción. La cuestión creo que consiste en saber cuánto y en qué ámbito/s de la existencia.
No es lo mismo un cambio forzado cósmico (del mundo que te rodea) a un cambio interior (de la necesidad de cambio que surge de tí mismo)Sin embargo la respuesta es la misma: adaptarse a la nueva referencia; Cambiar.
Incluso sobrellevar el nuevo entorno es una forma de adaptación. Si eso significa que finalmente aceptas la situación, ya has cambiado. Al principio poseías una necesidad de cambio sobre la que has decidido, has cambiado.
Pérez, visto así, coincido contigo. También puede entenderse un cambio aceptar no cambiar :-)
creo que el artículo es interesante, pero también considero que es irresponsable, falto de ética y de respeto la expresión: “de Guatemala a Guatepeor”.
Que alegrón ver este post. Si tuviera los medios lo enmarcaría unas mil veces y se lo regalaría a unos mil “profesionales” de mi entorno. ¡Congratulations!
Gracias, EmeEme, es una de las reflexiones a las que tengo más cariño :-)
Enhorabuena por este artículo! Me encanta que cuestiones temas que a veces carecen de visión crítica, y hacen caer a sus seguidores en modelos tan cerrados como aquellos de los que pretendidamente huían…
Fantástico el tema del cambio como varita y como intención! Me has hecho reflexionar, muchas gracias!