¿Qué hizo que el protagonista del video anuncio de Cocacola alcanzara su meta?
Este tema viene al pelo en estos días en que estamos hablando de emprendedores y creación de empresas. Desde mi punto de vista, el factor que hace más probable alcanzar cualquier meta es… proponérselo, es decir, definir y establecer objetivos de la forma más concreta posible. Cuando uno fija un punto en el horizonte está trazando un camino que invita e incentiva a ser seguido.
La motivación por un lado, y la planificación de objetivos por el otro, son factores que interaccionan entre sí de dos formas, en dos direcciones.
En un sentido, si tenemos interés o necesidad suficiente por obtener algo, si ese algo nos importa de verdad, de forma espontánea comenzamos a planificar. Personas habitualmente desorganizadas nos sorprenden poniéndose manos a la obra planeando las vacaciones ideales, dedicando mucho tiempo a elegir el mejor préstamo hipotecario, o analizando con precisión las alternativas académicas y profesionales. Con caracter general podría decirse, con los matices oportunos y teniendo en cuentas las habilidades de cada uno, que a mayor motivación, mayor planificación.
En el sentido opuesto, la que más nos interesa por su aplicabilidad, cuando establecemos una meta o un objetivo, por pequeño o confuso que sea, estamos generando motivaciones nuevas y, por tanto, ganas de hacer y de implicarnos. Podría decirse también que a mayor planificación, mayor motivación.
Y éste es un principio realmente importante en educación, orientación, formación, servicios sociales y en todos aquellos ámbitos donde se pretende crear intereses nuevos a personas “desinteresadas”, y modificar la conducta y la actitud de la peña que muestra conductas y actitudes ineficaces.
Ponga el sueño de poseer un Golf en la vida de un joven de 17 años y allí donde no había el más mínimo interés por el currelo aparecerá como por arte de magia el deseo de encontrar un empleo y obtener un salario. Implante en su empresa modelos de buenas prácticas, objetivos concretos y reconocimiento del esfuerzo, y verá cómo algunos de sus empleados más díscolos hallan la fe y el camino recto.
Los llamados planes de negocio o de empresa hacen más probable el éxito de tu iniciativa porque te permiten hacer pruebas y aprender, pero también porque te mantienen concentrado en un objetivo. Tú mismo, piensa en algo sencillo que te gustaría conseguir, ¿tal vez aprender a descargar series y pelis de internet? El mero hecho de proponértelo y asignarle un tiempo para intentarlo es el paso más importante.
Eso de planificar tiene una fama inmerecida de actividad teórica e innecesaria:
“Por mucho que te organices luego las cosas pueden salir de cualquier manera”.
Es muy indicativo que, a estas alturas de la sociedad del conocimiento, se tenga que seguir recordando que la planificación, como una herramienta más de la ciencia y del “método”, aunque no nos permite controlar todas las variables, reduce enormemente la incertidumbre y aumenta espectacularmente la posibilidad de que las cosas salgan bien, o no tan mal. Y por supuesto, esa eficacia dependerá justamente de lo eficaz que sea uno haciendo y rehaciendo planes, gestionando la información pertinente, generando el mayor número posible de alternativas, estableciendo metas definidas y evaluando qué pasa.
Definir objetivos y concretar deseos es uno de los atajos más importantes para querer cambiar y para ponerse a funcionar.
Muchos sólo planifican en caso de necesidad extrema, cuando no hacerlo puede suponer consecuencias muy negativas. En el lado opuesto, otros son metodólogos vitales, le meten caña a eso de hacer planes, plantearse metas y aprender de los errores.
Entre nosotros, ahora que no nos escucha nadie, ¿consigues lo que te propones, o no te propones lo que consigues?
Eso sí, proponte objetivos alcanzables y serás más feliz ;)
Con el correpondiente esfuerzo, que no sé si a veces proporcional con los resultados (pero eso se suele olvidar rápido) suelo conseguir lo que me propongo; ahora, las cosas más sorprendentes que consigo suelen llegar sin haberme planteado antes absolutamente nada, ¿y a tí?
Si no te planteas obtener algo, no “lo consigues”, simplemente “te viene”, no? :-) Yo creo que cuando se planifica, cuando uno “trabaja con el futuro” un poquito tiene mucha más probabilidad de conseguir lo que se propone… Si además ocurren más cosas buenas, mejor, pero no dependen de uno. Pero que ocurran cosas buenas sin planificar no invalida el valor de hacerlo… Creo también que no somos conscientes de lo que planificamos y de su relación con lo que obtenemos.
De nada sirve el propósito si no tienes claro cuál es la pasión que te mueve en la vida…hay que plantearselo como un paso previo.
Hola Marcos, cuando se tiene pasión, motivación, ganas, parte del camino está hecho, es una situación más “fácil”.
¿Pero que ocurre cuando no existe ese interés previo, como dices? ¿Qué pasa con un adolescente que no quiere ni se plantea terminar la ESO, o con un orientador que no está motivado ni piensa en mejorar en su labor?
Cuando no hay pasión que mueva conducta, que produzca cambio, nos queda definir objetivos y propositos, y planificar para generar ese interés inicial y mantenerlo.
Si te planteas un reto, aunque no estés ilusionado de salida, hay muchas posibilidades de que lo persigas, muchas más desde luego que cuando no hay propósito ni plan.
Es en este sentido en el que digo que la planificacion puede ayudar a generar motivación cuando no la hay ¡ :-)
Buen comentario. Me has hecho darle vueltas al asunto :-)