¿Puede la orientación atenuar el fenómeno de la titulitis?
Dejábamos el Capítulo I, La formación como clavo ardiendo, afirmando que, en caso de duda o por inercia, la gente prefiere hacer cursos y los orientadores prefieren recomendarlos. Lo de “hacer cursillos” es un estigma sociolaboral enraizado que proviene de los entornos públicos donde los procesos de selección de personal (llámese oposiciones, concursos, bolsas de trabajo, etc.) se basan en las credenciales (en los títulos) y no en las competencias (en lo que se sabe hacer). En las entrevistas de selección, cuando preguntas a los candidatos “¿sabe usted ofimática?” suelen responder “sí, hice un curso sobre el tema”, aunque no tengan mucha idea del asunto.
A esta tendencia cultural de que toda formación para todos y para todo es buena, se suman los intereses corporativos y empresariales de las entidades y de los profesionales implicados en la oferta de acciones formativas, cuyos objetivos y medios son legítimos pero que no tienen como meta la planificación profesional y mejora a medio plazo de los posibles alumnos, sino cubrir las plazas disponibles en sus cursos y finalizarlos en tiempo y forma. Academias y centros colaboradores de la formación también suelen contar con servicios de orientación financiados con fondos públicos. La cuestión es que si estos centros velan por sus intereses, ¿cómo se garantiza y apoya que las elecciones formativas de los potenciales alumnos sean razonablemente adecuadas para su presente y futuro laboral y profesional? La información que ofrecen, si la ofrecen, sobre las posibilidades de inserción de la especialidad formativa en cuestión, ¿hasta qué punto es fiable?
Con carácter general, ¿realmente es efectiva la formación sobre el cambio y la trayectoria profesional de los alumnos? ¿En qué perfiles o campos profesionales, y en qué situaciones sociolaborales y personales? Es difícil encontrar estadísticas, y cuando te topas con ellas son tan inespecíficas y complacientes que sueles quedarte como estabas, a dos velas. A ver, ¿cuántos de los/as 15 participantes o alumnos en un curso, escuela taller, modulo formativo o similar de, pongamos, albañilería (o dependiente, o jardinero, o administrativo…) están trabajando como profesionales de la construcción 6 meses o un año después? Y si no trabajan, ¿cuántos siguen buscando empleo, especializándose o continuando su carrera profesional en ese sector? Estos tipos de incógnitas no parece que debieran ser tan difíciles de despejar, ¿no?
10 factores negativos en la formación para el empleo
1) La relación coste- beneficio de la formación, y su forma de gestión y financiación;
2) La repetida programación de especialidades formativas con baja o nula inserción laboral;
3) El hecho de que personas ya cualificadas o con más habilidades accedan a cursos, como medios directos y privilegiados de inserción laboral;
4) Que orientadores y otros profesionales “permitan” a algunos de sus clientes “ser irresponsables” en sus decisiones sobre los cursos que eligen; los discutibles procesos de selección y el fácil acceso de los alumnos a las acciones formativas debido al interés por cubrir las plazas;
5) Que la formación habitual es, en muchas ocasiones, un recurso más de networking y búsqueda de empleo que de cualificación que favorece más a quien menos lo necesita;
6) Que el peso específico y calidad de los contenidos de los cursos no siempre es la adecuada y ajustada a la duración de la actividad (demasiadas veces, muchas horas para tan poca chicha);
7) Y, con relación al anterior punto, que algunos formadores no son expertos en las materias que deben impartir, o que hace tiempo que dejaron de serlo precisamente porque sólo se dedican a dar cursos;
8) Las prácticas en empresas parecen haberse convertido en un recurso gratuito y en una estrategia barata de selección de personal para las propias empresas (¿dónde ha quedado el papel del periodo de prueba?), más que en un puente para la inserción;
9) Me queda la duda de si se trabaja con la necesaria sistematicidad la inserción de los alumnos antes, durante y después del curso en cuestión, de si se emplean suficientes recursos para ello.
10) Como las listas con 10 epígrafes quedan más redondas, espero que tú hagas un comentario para aportar ese décimo tema que consideras importante al respecto.
Seguro que cualquier parecido con vuestra realidad es pura coincidencia, meras charlas de pasillos y rumorologías mal intencionadas. Cuando todos formamos parte del problema, lo habitual es que nadie tome parte en la solución. Además, intentar cambiar las cosas que nos rodean puede salirnos bastante caro. Y a ver quién se atreve a ponerle el cascabel al gato de la administración con tantos engranajes ya oxidados, y tantos estatus quo comprometidos, incluido el nuestro. Como yo no estoy para gastos ni para gatos me quedaré, si me lo permitís, en estas superficiales y redundantes (por conocidas) reflexiones, y así quedo discreto y cumplidor sin necesidad de mojarme mucho. O sí.
Como orientadores/as podemos y debemos seguir haciendo algo: centrarnos en los objetivos de nuestros clientes o usuarios/as; ayudar a encontrar otras alternativas de cualificación y mejora, sin tantos efectos negativos como los generados por la cursitis, aunque exijan más esfuerzo y planificación; y no ponérselo tan fácil a los mercaderes de la formación, incluso cuando nosotros mismos estemos en el ajo.
Volviendo a nuestro protagonista, resulta que la entidad especializada en orientar y apoyar a personas con discapacidad a la que Ángel lleva acudiendo años, ¡sigue ofertándole y recomendándole hacer nuevos cursos! En fin, amigo, cuando uno no está contento con el médico o el orientador que le han tocado en suerte, oye, pues tendrá que solicitar el cambio de matasanos o de asesor laboral. Sería buena idea intentar curarse antes de morir, como diría el doctor House.
Entonces la idea es elegir una dedicación e ir especializándonos en ella por medio de cursos-prácticas relacionadas hasta conseguir un empleo y evitar embarcarnos en múltiples especializaciones??
Un saludo.
Tu pregunta es muy general, y este post habla sobre las aberraciones alrededor de la formación como fin y no como medio ¡ :-) Pero ahí va mi opinión.
Los cursos-practicas son un recurso más de inserción y mejora profesional más eficaz cuanto más relacionado con nuestros objetivos. Especializarse siempre es fructífero, y complementario con la polivalencia. Por ejemplo, puedo ser un buen administrativo polivalente (manejo mecanografia, ofimatica usuario, gestion contable, laboral, etc a nivel básico, etc.) y estar especializado en un sector determinado (construcción, finanzas, etc.).
Lo que parece claro es que no se puede estar multiespecializado, ser experto en muchas cosas, por definición.
Interesante tema, en cierto modo la “cursitis” no es positiva por la inflamación que indica, claro, pero en su justa medida y en fórmulas como la formación continua es muy aconsejable para no quedar descualificado, desde luego con un buen diagnóstico, análisis de motivaciones, … De todos modos, personas con interés en la formación son siempre de agradecer por su actitud ante de la vida de mejorar, aprender, … y quien busca y prueba al final encuentra.
Si, estoy de acuerdo contigo, es interesante una actitud abierta hacia la formación entendida como aprendizaje continuo. Y también en que los cursos son una herramienta más para conseguir objetivos, pero hay que tener claros esos fines y comprobar las más eficientes formas para alcanzarlos. Y no siempre la formación es la mejor herramienta, aunque sea muy accesible :-)
El tema de la formación especialmente como medio de empleo es en general una patraña, una forma de contratar profesores, crear academias y ganar dinero a costa de los pobres desempleados. Los cursos de formación mueven millones de euros pero los resultados son nefastos. No existe una verdadera inserción laboral, los cursos se rellenan de horas muertas que no aportan nada,etc. En definitiva creo que es tirar dinero a la basura.
Pocholo,
pues tú lo has dicho. No se debe generalizar porque hay algunas experiencias positivas, sin duda, pero es verdad que la cosa está muy malita, y los que estamos en el mundo del empleo desde hace muchos años ya no estamos sorprendidos por la ineficiencia del sistema de formación ocupacional.
Holaaa a todos, esta claro que toda formación es un medio y no un fin, sobre todo por la persona que lo hace, me centro en los cursos FPO prioritarimente para desempleados que o bien porque la persona cree que le va ayudar en su busqueda de empleo o se les envia a realizar por algun experto, despues estan los prioritamente para ocupados que es individuo quien busca casi su especialización, como medir la calidad de un curso, master,… tomando datos de la realidad en la que estamos immersos actualmente. Sigues pensando que son ineficientes con la nueva política?Gracias de antemano y de nuevo FELICIDADES por vuestro blog.
Veo que tu blog es interesante desde hace bastante tiempo.
Saludos ;-)
En el blog de Nacho Muñoz… El trabajo áureo
Si es que todo vivimos un poco a la carrera y parece que lo mejor es lo último, verdad? Yo le tengo mucho cariño a los articulitos del primer año del blog. Gracias por curiosear por aquí, siempre anima.
Estoy de acuerdo en todo lo que dices la mayoria de la veces, me encanta tu blog y creo que es referente para muchos profesionales de recursos humanos, dicho esto quiero añadir el tema de la formacion pagada…
Hacemos masters que valen 12000 euros..y ¿como sabes que es el mejor? ¿como sabes que es mejor en calidad de formacion que uno que vale 6000 euros? ¿el master mas caro es que el mejor calidad tiene? ¿que baremos utilizan para medir esa calidad?la diferencia en cuanto precios de unos a otros es grande..pero ahi esta un gran mercado lleno de master, postgrados y cursos especializados que valen un autentico dineral..
Ahora toda la formacion se paga y si eliges una escuela de negocios se paga de una manera que luego no sabes si te sera devuelta la moneda…y mas en un entorno tan cambiante como el que tenemos ahora…
Un abrazo yoriento!
.-= Último post de Duende de la empresa… blog ..LA ENTREVISTA DE SALIDA =-.
Está claro que estos dos artículos son una crítica directa al sistema de formación y a los intereses creados a su alrededor.
Pero también tengo que decir que todos somos muy cómodos y preferimos dejarnos seducir por el canto de sirena de los cursitos sin analizar con criterios y con tiempo suficiente su influencia en nuestra carrera.
La mayoría de los usuarios dirán que “un curso siempre vale para algo” justificando a priori y a posteri su realización sin tener en cuenta el coste de oportunidad.
Gracias por tus palabras, has sido una duende de la alegría ;)
Los master no se hacen tanto para aprender como por hacer contactos, que son los que realmente te llevan al empleo. Fíjate si no las endogámicas “escuelas de coaching”. Así que el precio que pagas te garantiza que los compañeros de clase serán gente que puede pagar esos precios ;)
No conozco desde dentro el tema, pero lo que dices suena tan lógico que parece evidente y desalentador.
No sé si es que el entorno me afecta y estoy pesimista perdido, pero cada vez más, me da la sensación de que la inmensa mayoría en este país hemos estado en el rodaje de una pelicula y solo unos pocos sabian que no era verdad.
e uno a las eflicitaciones por tu blog
Para algunas personas la formación es el único camino. Yo siempre me he dedicado a trabajar en una lavandería. Hace dos años me quede en paro y no encuentro ofertas de trabajo en las que pueda encajar por mi falta de experiencia. Un curso donde haga prácticas en una empresa es mi única oportunidad de entrar de nuevo en el mundo laboral.
Pero no se pueden hacer cursos por hacer. El alumno debe conocerse a si mismo e informarse de que empleos pueden tener demanda leyendo toda información sobre economía que pueda. Me parece fundamental estar al tanto de la economía para saber a donde orientar la formación ¿ que sentido tiene hacer un curso de cocina si lo que demanda el mercado laboral son, por ejemplo, cajeros/as?
En definitiva, pienso que hay que formarse, pero hay que hacerlo bien. Y las administraciones deberían financiar cursos que se ajusten a las verdaderas demandas del mercado laboral.