Deja un momento lo que estés haciendo y pregúntate: qué debería estar haciendo ahora.
¿Tal vez dar un paso para reinventarte profesionalmente?
Decidir y ser consciente de las prioridades profesionales y no profesionales son elementos claves de la productividad.

OBJETIVO PROFESIONAL: Qué debería estar haciendo ahora
Hace algunos años un joven auxiliar de enfermería sin experiencia envió 2000 currículos en un mes a clínicas privadas. Tras muchos meses de espera sólo recibió una respuesta: “Su curriculum queda en archivo”. Cuando le pedí que extrajera alguna conclusión me dijo: “Habrá que volver a enviarlos”.
Esta incapacidad para evaluar aquello que no funciona y dejar de dedicarle tiempo, me recuerda una supuesta anécdota sobre Oscar Wilde.
Tras una penosa representación de una de sus obras, un amigo le preguntó:
—¿Qué tal fue anoche tu obra? Wilde le dijo:
—Bueno, la obra fue un gran éxito pero el público fue un gran fracaso.
Ay, la evaluación. Si no somos capaces de analizar qué hacemos bien, o qué tiene efecto de lo que hacemos para diferenciarlo de aquello menos relevante, nunca podremos priorizar y centrarnos en lo que nos acerca con más probabilidad a nuestros objetivos.
¿Y qué suele ser lo importante en la vida profesional?
No hace mucho tiempo que escribí que a la mayoría nos interesan los mismos temas y sufrimos de los mismos pesares, como el desempleo, la desmotivación profesional, los problemas de dinero o recursos, o el desamor de las coplas:
Na te debo,
na te pío,
me voy de tu vera, orvíame ya,
que he pagao con oro
tus carnes morenas.

La perfección se logra quitando, no poniendo
Es lo que suele llamarse la condición humana. Todos tenemos similares cuitas y desazones y las raíces de esos problemas no son muy numerosas, se pueden contar con los dedos de las manos. Y eso tiene sus ventajas.
Cuando un profesional de la psicología o de la motivación profesional comprueba que no estamos a gustito con nuestro devenir, no tiene que revisar demasiados engranajes vitales para dar con la tecla. Y eso es bueno porque los profesionales trabajan por horas.
Además, así podemos rasurar los problemas con la Navaja de Ockham, sin dolor y con facilidad, como el exfutbolista Beckham en los anuncios se afeita de mentirijillas, porque si en igualdad de condiciones la explicación más simple suele ser la verdadera cuantas menos explicaciones posibles existan mejor nos lo ponen. Se llama simplicidad.
En síntesis, que hay muchos tipos de malos rollos pero las causas son pocas y cobardes. Si damos con ellas y nos centramos en atacarlas, la vida tal vez sea más fácil y se parezca menos al hotel de los líos de los Hermanos Marx, esos grandes orientadores profesionales.
Ya hemos hablado sobre las quejas y los pensamientos negativos. No son un problema en sí mismos, aunque te dejen un tanto baldao anímicamente, pero sí lo son sus efectos ya que suponen tiempo y nos mantienen ocupados haciendo cosas inútiles, rumiando ideas y debatiendo con nuestros fantasmas, y encima nos impiden hacer algo de provecho, como buscar alternativas, definir objetivos y perseguirlos.
Los malos rollos anímico-verbales suponen o se relacionan con una gran parte de los problemas. Cuando los orientadores centren y dediquen más tiempo a lo importante, en este caso, a aprender cómo gestionar y reducir las quejas de sus clientes podrían matar muchos pájaros de un tiro en esta avifauna del desarrollo profesional.
¿Nos dedicamos a lo que importa o nos dedicamos a lo que nos solemos dedicar?
El economista italiano, Wilfredo Pareto (1848-1923) realizó un estudio sobre la distribución de la riqueza que le permitió afirmar que la minoría de la población poseía la mayor parte de la riqueza y la mayoría de la población poseía la menor parte de la riqueza. Con esto estableció la llamada Ley de Pareto según la cual la desigualdad económica es inevitable en cualquier sociedad.
Este descubrimiento facilitó al Dr. Joseph Juran aplicar este concepto a la calidad obteniendo la regla 80/20: si se tiene un problema con muchas causas podemos decir que el 20% de las causas resuelven el 80% del problema y el 80% de las causas solo resuelven el 20% del problema. Por lo tanto, el Análisis de Pareto es una técnica que separa los “pocos vitales” de los “muchos triviales”, lo que permite centrarse en los problemas más grandes para ser más eficientes.
Si utilizáramos Pareto en el análisis del desarrollo de la carrera, la motivación profesional y la búsqueda de empleo, seguramente descubriríamos que la gestión de contactos y redes profesionales suponen unas pocas causas que solucionan gran parte del problema y que, en el otro lado, la aplicación de técnicas de candidatura clásica no aportan muchas soluciones.
Sin embargo los buscadores (y sus orientadores) suelen dedicar la mayor parte de su tiempo a marear la perdiz perfeccionando la redacción de cartas de presentación, re-gestionando bases de datos de empresas y haciendo mailings.
La identificación de esta forma de asesoramiento con estas técnicas clásicas es tal, que si preguntas a un potencial cliente si quiere recibir orientación profesional es muy probable que responda: “No, gracias, ya me han hecho el currículum”.
Por otro lado, a las técnicas de networking o de gestión de contactos, que son eficaces en el 80% de los casos sólo les dedicamos el 20% de nuestro tiempo, en el mejor de los casos.
La incoherencia que supone dedicar demasiados esfuerzos a lo que no es importante o sencillamente no funciona, y dejar a dos velas las acciones que realmente nos acercarían más a nuestros objetivos, tiene tantos ejemplos cotidianos y profesionales que no caben en este artículo.
Cuando dedicamos mucho tiempo a lo que NO importa, por error, inercia o desconocimiento, acabamos atribuyendo mucho valor a esos aspectos triviales y es cuando la cosa se vuelve definitivamente absurda. No lo toméis como un consejo, pero tal vez ayude hacerse esta pregunta de vez en cuando:
¿Es esto lo más importante que debería estar haciendo ahora?
Y que conste que no me refiero a leer este blog, que eso es una excelente decisión. O no.
[…] un artículo publicado en febrero de 2007, Priorizar en orientación: la barba de Beckham y la Ley de Pareto, contaba una anécdota sobre un caso de orientación que no es tan […]