¿Son tan importantes los contactos y el networking para buscar y encontrar trabajo? Napoleón III, emperador de Francia y sobrino del gran Napoleón Bonaparte, se envanecía de recordar el nombre de las personas a las que conocía. Si no oía claramente el nombre decía: lo siento, no oí bien. Si el nombre era poco común preguntaba cómo se escribía. Durante la conversación se tomaba el trabajo de repetir varias veces el nombre y asociarlo a la persona. Si la persona era importante, una vez a solas, lo escribía en un papel, lo leía, lo “fijaba” y luego rompía el papel.
En el ámbito del desarrollo profesional y del empleo, la famosa frase “quien tiene un amigo tiene un tesoro” podría muy bien versionarse como quien tiene un amigo consigue un trabajo: el 80% de los contratos que se firman en España están avalados por algún miembro de la empresa.
La mayoría de las personas conocen esta forma de inserción y crecimiento laboral, la más efectiva para las empresas por su bajo coste y alta fiabilidad a la hora de reclutar personal. Los propios empleados se convierten en seleccionadores de personal a la par que en avalistas de los candidatos que recomiendan. Podría decirse que no son las empresas o las organizaciones las que contratan personas, son las personas quienes contratan personas.
Los llamados enchufes no lo son tanto puesto que en la mayoría de los casos los “recomendados” cumplen con el perfil requerido. Son tan buenos profesionales como el que más, independientemente de la forma en que accedieron al empleo. En resumen, que el empleo se encuentra por relaciones, y el imparable crecimiento del networking en internet es una prueba más.
Hasta aquí nada nuevo. Lo que sí resulta más extraño es que los trabajadores, empleados y desempleados, y los propios profesionales del asesoramiento y la orientación, no dediquen más esfuerzos a gestionar esta forma de mejorar laboralmente. Y es que eso de contactar con conocidos sigue teniendo muy mala prensa. Por el contrario, parece no resultar tan indignante aceptar favores o apoyos si los benefactores nos los ofrecen motu propio, o si la ayuda la hemos encontrado por casualidad, sin el mal trago de tener que pedirla. Dicho de otra forma, buscar enchufes parece poco digno, pero aceptarlos es de listos.
Esta paradoja ética en el fondo no lo es tanto, porque esperar es más fácil que buscar, y solemos ser más coherentes con nuestros principios cuando estos no nos exigen demasiado esfuerzo. ¿Y los profesionales? En orientación para la inserción se dedica mucho tiempo a informar y entrenar en técnicas clásicas de búsqueda de empleo, y muy poco (o ninguno) al networking. ¿El misterio tiene que ver con la ausencia de habilidades para trabajar estos temas? Un martillo tenderá a clavar, pero nunca podrá atornillar cuando haga falta. ¿Tal vez la incógnita está relacionada con las resistencias de los clientes a gestionar sus contactos y el mayor esfuerzo que nos exige a los profesionales?
En fin. La vía del networking en el mundo social y laboral es apasionante y ya existen muchas metodologías publicadas. Por lo pronto, pongamos en práctica habilidades sociales relacionadas con llamar a las personas por su nombre, interesarnos por nuestros conocidos, o intentar hablar siempre bien de los demás indagando en sus virtudes.y no en sus desajustes. Y hacerlo no sólo por caer bien. Sí, lo sé, es difícil. Pero podemos empezar imitando, por ejemplo, al famoso general americano confederado, Robert E.Lee.
Lee estaba hablando bien de un oficial bajo su mando al presidente de la confederación Jefferson Davis, cuando otro oficial le advirtió: “¿no sabe usted que el hombre del que habla con tanta admiración es uno de sus peores enemigos y que no pierde ocasión de denigrarlo?” “Sí, pero el presidente me pidió mi opinión de él, no la opinión que tiene él de mí”, le respondió el general mientras se atusaba los gruesos bigotes (En Como ganar amigos, de Carnegie).
Gracias por el post. Cada día confirmo que el éxito es cuestión de un cúmulo de muchos pequeños movimientos a los que no les vemos sentido.