Andrés y Rodolfito estaban solos en casa. Sus padres les dejaron un momento para hacer unas compras cuando se desató el incendio. Las llamas les impedían salir de la habitación de la planta de arriba. Andrés que tenía 5 años ideó un plan: metería en una mochila a su hermano, que acababa de cumplir 10 meses de vida, saldría por la ventana y se descolgaría por el árbol hasta el suelo. El calor estaba derritiendo la puerta mientras su hermano lloraba ya dentro la bolsa cuando Andrés inició la aventura. Sus padres llegaron justo para ver cómo los bomberos terminaban de apagar el fuego. Un policía mostraba al jefe de bomberos su admiración y sorpresa por la tremenda hazaña del niño. El experto apagafuegos, sin dejar de supervisar de reojo el trabajo de sus compañeros, comentó con suficiencia: “Es que nadie le ha dicho aún que no podía hacerlo.”
Esta historia me lleva a las devoluciones en época de rebajas. Mis amigos siempre se mofan de mi “estilo de compra” que implica generalmente una o dos devoluciones (o tres, creo que es mi récord) hasta encontrar con la horma, la talla o el producto adecuado.
En determinados establecimientos, los/as dependientes/as declaran con cara de circunstancias que puedo cambiar el producto o que me dan un vale para realizar otra compra posterior pero que del dinero, niente.
Sin embargo, siempre he negociado con éxito la devolución del importe a pesar de los ímprobos esfuerzos de los sufridos tenderos. Cuando me lío a racionalizar puedo llegar a ser muy cansino, según el uso que le dan al término los humoristas españoles Cruz y Raya. Aunque en realidad significa cansado o perezoso y no pesado, que es como yo me suelo poner en rebajas, competencia que desarrollé gracias a mi abuelo Mariano, gran barbero conversador.
La convicción que aplicaba en mis justas exigencias dependía de una cosa: pensaba que tenía derecho. Pero no, al parecer los comercios pueden elegir la forma en que gestionan las devoluciones. Ahora que ya sé que no puedo exigir el importe, mi arrojo negociador ha quedado muy mermado.
Muchas personas hace tiempo que dejaron de pensar en lo que quieren y ya sólo hacen o intentan hacer lo que les dejan.
Y esa resignación vital acaba convirtiéndose también en una forma de ser. “Querer es poder” ha sido sustituido por “creer poder es querer”.
Y como cada vez creemos poder menos, en vez de ir a las rebajas con autoestima, nuestra autoestima acaba en rebajas.
Si quieres puedes, o no. El optimismo y el pensamiento positivo no cambian la vida. Pero querer, en el sentido de indagar alternativas, es un primer paso.
Creer que querer es poder es ingenuo, pero creer que algo no se puede sin conocerlo ni intentarlo, es absurdo.
En esta cultura del diagnóstico malentendido, se dedica más tiempo a analizar las limitaciones que las posibilidades. Y eso que en el peor de los casos, nuestros límites sólo lo son en el pasado. ¿Qué tal si sencillamente nos dedicamos a establecer objetivos y retos y hacer planes para alcanzarlos? O mejor en palabras de Séneca:
Muchas cosas no nos atrevemos a emprenderlas no porque sean difíciles en sí, sino que son difíciles porque no nos atrevemos a emprenderlas.
No te preocupes por la autoestima humana, es enorme, aunque … está mal repartida, como … casi todo.
En todo caso, me sorprende, que la humanidad y los pueblos, tienen mas autoestima que los propios individuos que los componen, pero seguramente se deba al exceso de autoestima de sus líderes, que se guardan muy bien de fomentarla en los demás.
El post es ejemplar.
¡Salud!
Querer es, simplemente, el principio para llegar a poder. Resulta paradigmático que las principales barreras a nuestras decisiones y objetivos las levantamos nosotros mismos. ¿Autoestima baja? Yo creo que no, que sólo justificamos nuestros miedos sin la necesidad de reconocer que son tales.
@MPIRYKO,
cierto, creo como tú que hay una inflación de autoestima, está sobrevalorado eso de quererse y enorgullecerse.
Pero sobre todo hay un excesivo uso de la propia palabra autoestima que se utiliza como variable independiente continuamente: “aumenta tu confianza en tí mismo y eso mejorará tu vida”, etc.
Ya, ya, pero eso no resuelve nada sino que traslada el problema a descubrir y actuar sobre los factores que influyen en la supuesta autoestima…
@NANA,
“querer es el principio para llegar a poder”… Me la apunto ¡ ;-)
Creo que las barreras nos las ponemos nosotros mismos pero en interacción con las cosas que nos pasan, con el contexto que tenemos y con la educación que recibimos. Uf, hoy estoy cañero ¡ ;-)
No podemos pasarnos el día creyendo que con querernos a nosotros mismos basta, que podemos conseguir todo lo que deseemos. Pero sí debemos tener confianza en nuestras posibilidades y también hacer creer a los demás en ellas. En Elogia, pensamos en la diferencia, queremos sacar lo mejor de cada persona, de cada empresa, de cada producto. Por eso apostamos por el marketing singular. si os interesa, en la página web de la agencia de marketing Elogia tenemos un boletín en el que se tratan temas de actualidad del sector publicitario y casos de éxito de la empresa, como la nueva campaña para la franquicia Café & Té
Me gusta: cambio de perspectiva, dejar de mirar “patrás” (pasado) y empezar a mirar “palante” (metas objetivos).
Solo que a veces nos cuesta tanto descargar mochila…
Besos.
@ANA,
creo que hacemos demasiada evaluación y poca planificación. Lo que hicimos no es necesariamente un buen indicador de lo que podemos llegar a hacer y poner el pasado como referencia principal puede convertirse en un serio factor limitante.
Totalmente de acuerdo sip.
Pero, insisto, a nivel práctico es más complicado que lo que teóricamente podemos debatir.
De todas formas también me quedo con la importancia de la planificación y objetivos.
Beso.
ANA,
fijate que yo lo veo al revés, que eso de mirar hacia adelante es mucho más difícil a nivel teórico que en la práctica ;-)
Hola Alfonso,
Me vienen a la cabeza, para comentar tu excelente entrada, dos frases que suelo utilizar:
La primera: Querer es poder y poder es hacer. Hay una gran diferencia entre poder y hacer.
La segunda: El no a priori no existe. A posteriori, cuando ya lo has intentado -en el espacio temporal actual- quizás.
Saludos,
Agustí Brañas
P.D.
¿Has podido devolver tus zapatos? :-)
No recuerdo, hace ya más de dos años de este articulo. Pero seguro que sí los devolví :-)
Gracias por pasar, Agustí.
@MPIRYKO tal vez lo que parece autoestima de los pueblos no sea más que el intento de compensar el complejo de inferioridad de los individuos con otro de superioridad en el plano colectivo.
gracias por el espacio