Si haces cosas, pasan cosas; si no haces nada, pasan o no pasan, pero aprendes poco.

Si haces cosas, pasan cosas.
Una mujer decidió un día que su deseo más ferviente era convertirse en escritora. Salió temprano de su casa y compró 5000 lápices y un brillante sacapuntas. Desde ese momento la familia debería hablar susurrando y andar de puntillas por la casa para no molestar a la novelista en ciernes. Esa misma tarde se sentó en su escritorio, cogió del cesto uno de los lápices, lo afiló esmeradamente con el lustroso sacapuntas y se dispuso ufana a escribir su libro. Pasaron las horas y mientras esperaba la inspiración afiló con dedicación muchos otros lápices con el reluciente sacapuntas. Al final del día no había redactado una sola palabra. Todas las mañanas afilaba sus lápices y se preparaba para cumplir su sueño de escribir un libro. Un día se dio cuenta de que jamás lograría empezar el libro y terminó de afilar con deleite y perfección el resto de los lápices que le quedaban con el radiante sacapuntas. Y así, sin quererlo, se convirtió en la campeona del mundo afilando lápices, en la más experta afiladora de la Tierra.
Este relato infantil, parafraseado de memoria, es una de las 29 historias disparatadas, de Editorial Kalandraka. Este cuento, como casi todos, puede convertirse en una historia o metáfora de orientación profesional para guiar a las personas a descubrir alternativas, a tomar decisiones, a impulsarles en sus caminos…
¿Qué piensan algunos/as de mis clientes cuando conocer a la afiladora de lápices? ¿Qué has pensado tú?
Tal vez comentarán cómo la vida te lleva a sitios inesperados cuando tu dirección era otra, que no hay mal que por bien no venga, que lo importante es mantenerse activo…
Cada uno encontramos nuestras interpretaciones. A mi me ha gustado imaginarme a la familia en silencio expectante, arropando el anhelo y la determinación de su esposa, de su madre o de su hija, dándole cariñitos en sus momentos de frustración y, finalmente, admirándola en su habilidad y tesón como afiladora.
Creo que es en Annie Hall, película de Woody Allen, donde un paciente le decía al doctor que su hermano se creía que era una gallina:
—¿Por qué no me lo trae entonces?, le dijo el médico
—No puedo, necesito los huevos.
La ficción suele quedarse corta y el surrealismo generalmente es una cara más de la realidad.
Gran parte de nuestra vida es absurda y contradictoria en apariencia. Pero quizás lo más importante es saber si nuestra conducta nos está llevando a alguna parte y si esa dirección es la que queremos. Sin olvidar que siempre es importante que alguien valore nuestros huevos.
El mejor pensamiento positivo es el comportamiento positivo.
[…] y satisfactorios en mi vida personal y profesional, o voy a dejar que el día a día me lleve? Cuento de la afiladora de lapices. Una mujer decidió un día que su deseo más ferviente era convertirse en escritora. Salió temprano […]